Nos comentaba uno de nuestros mejores amigos, compañero de universidad, que hoy se desempeña como director de scouts para América Latina de unos de los equipos de Grandes Ligas, que lo más difícil es proyectar el rendimiento de un prospecto a largo plazo. Inmediatamente, sin titubeos, le argumentamos que nada más aventurero que proyectar los precios del petróleo.
Traemos esto a relucir a propósito de las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) a la factura petrolera para este año 2021, que preveía un precio promedio de US$45.5, fundamentado en una demanda agregada que se iría recuperando paulatinamente durante el transcurso del año.
Sin embargo, dada una recuperación global más acelerada de lo anticipado, en lo que va de este año, el promedio del WTI ha sido de US$65.93, o sea US$20. más por barril de lo proyectado, lo que significa un incremento de un 44%. Esta disparidad en realidad no debe sorprender, ya que en anteriores ocasiones se ha experimentado discrepancia entre lo proyectado y la media de la factura petrolera, como fue el caso del 2008, cuando se creía que iba a ser de US$80-85, y sin embargo ya sabemos del tope registrado que fue de US$147., para un promedio de US$99.67 en el año, lo mismo que ocurrió en el 2015, pero a la inversa con una proyección de US$92. el barril, y no obstante el promedio fue de US$51.23 en el mercado spot (NYMEX).
Esta discrepancia no pone en lo absoluto en tela de juicio las proyecciones del FMI, por el contrario, sólo evidencia que a pesar de los sofisticados modelos matemáticos con que se cuenta hoy en día, y la facilidad al acceso de datos, existe un sinnúmero de variables que dificultan una proximidad de las proyecciones de los precios, tales como los shocks de oferta, riesgos en el mercado, rutas marítimas, situación geopolítica, al igual que el desequilibrio de oferta y demanda que a su vez agudizan la volatilidad.
El elemento volatilidad es tal vez el principal componente en tan difícil tarea en términos de proyecciones. Remontándonos una nueva vez al incierto 2008, es de señalar que los precios del oro negro experimentaron un alza hasta los US$147.27, pero de igual manera en tan sólo 3 meses sufrió una drástica caída hasta los US$32., para un descenso de un 78%.
Tenemos que cuando se estudia la data disponible encontramos que la volatilidad en los commodities son cortas, entre 5 a 10 semanas, y sin embargo en el petróleo en particular, las mismas oscilan entre 1-2 meses. Su volatilidad se asemeja o cae más dentro del rango del gas natural, conduciéndonos por su naturaleza a la comparación de estos. A pesar de que ambos experimentaron una volatilidad relativamente baja en los 90s, no obstante, sus niveles de volatilidad han ido en incremento en este nuevo milenio, distinguiéndose los episodios del 1998, 2001, 2008 y el 2020 para el petróleo. En tanto el gas natural experimentó fluctuaciones mucho más acentuadas en el 2002, 2004, 2006 y el 2010 con el colapso de los precios en más de un 300%.
Estas diferencias entre ambos rubros tienen su génesis en la composición de sus mercados mismos, pues si bien el gas natural es mucho más utilizado en la actualidad, aún más que en los 90s, sigue siendo una materia prima de carácter local, mucho más fácil de transportar por la vía terrestre, pero más sensible a las condiciones del tiempo. En el caso del petróleo, el mismo es más sensible a los factores geopolíticos, dada la interconectividad e interdependencia entre las distintas regiones.
Cuando evidenciamos las características de estas dos materias primas, de las cuales como país somos netamente importadores, inmediatamente pensamos en el costo fiscal de la volatilidad de los precios de la energía (gas natural y petróleo); por eso en su momento aplaudimos las gestiones de nuestro gobierno al comprar opciones para protegernos de los precios del gas natural, que de hecho ya están dando buenos dividendos, pero a la vez nos preguntamos por qué no se adquieren opciones para el petróleo, que a pesar de que rompimos con la dependencia del mismo para la generación eléctrica, continúa incidiendo en la economía y el desarrollo de la República Dominicana.
Por lo anterior
afirmamos que no está de más concluir esta entrega tomando prestadas las
palabras del actual ministro de Hacienda, Jochi Vicente, quien recientemente
expresó: “El mejor seguro es el que no se usa, porque implica que el evento
negativo que se quiere cubrir no ha ocurrido”. Y así es. De modo que, si el
objetivo de las opciones como instrumento es mitigar el impacto del alza
petrolera, entonces nos preguntamos, ¿qué esperamos?
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