La mayoría de la electricidad actualmente se genera quemando
combustibles fósiles. Esto produce altas temperaturas, que mueven algún tipo de
máquina térmica, a menudo una turbina de vapor.
Tales sistemas permiten que la electricidad sea generada
donde haga falta, ya que el combustible fósil puede ser transportado
rápidamente. También se aprovechan de la gran infraestructura diseñada para
atender a los clientes de automóviles. Las reservas de combustibles fósiles son
grandes, pero finitas. El agotamiento de combustibles fósiles de bajo coste
tendrá consecuencias relevantes tanto para las fuentes de energía como para la
manufactura de plásticos y muchos otros artículos. Se han realizado
estimaciones para calcular exactamente cuándo se producirá el agotamiento, pero
todavía se están descubriendo nuevas fuentes de combustible fósil.
Más graves son las preocupaciones acerca de las emisiones
que resultan del quemado de combustible fósil, el cual constituye un
repositorio significativo del carbón enterrado bajo tierra. Al quemarse se
produce la conversión de este carbón el dióxido de carbono, el cual se diluye
en la atmósfera, lo que produce un incremento en los niveles del dióxido de
carbono atmosférico, que refuerza el efecto invernadero y contribuye al
calentamiento global de la Tierra. La relación entre el incremento de dióxido
de carbono y el calentamiento global está aceptado casi universalmente, a pesar
de que los productos de combustible fósil replican vigorosamente a estos
resultados.
Dependiendo del tipo de combustible fósil y del método de
quemado, también se pueden producir otras emisiones. A menudo se emite ozono,
dióxido de azufre, NO2 y otros gases, así como humos. Los óxidos de azufre y de
nitrógeno contribuyen al smog y a la lluvia ácida. En el pasado, los
propietarios de plantas atacaban este problema mediante la construcción de
grandes chimeneas de humos, de modo que los elementos polucionantes pudieran
diluirse en la atmósfera, lo que, si bien ayuda a reducir la contaminación
local, no lo hace con la global.
Los combustibles fósiles, en particular el carbón, también
contiene en disolución material radioactivo, por lo que, al quemarlo en muy
grandes cantidades, arrojan este material al ambiente, provocando niveles de
contaminación radiactiva local y global bajos pero reales.
El carbón también contiene indicios de elementos pesados
tóxicos tales como mercurio, arsénico y otros. El mercurio vaporizado en una
planta de energía puede estar en suspensión en la atmósfera y circular por todo
el mundo. Mientras en el ambiente existe una sustancial cantidad de mercurio,
de las que el procedente de otras actividades humanas está mejor controlado, el
procedente de las plantas de energía constituye una fracción significativa del
resto de emisiones. Las emisiones de mercurio de las plantas de energía en Estados
Unidos se estiman en 50 t anuales para el año 2003, y varios cientos de
toneladas anuales para las de China. Los diseñadores de plantas de energía
pueden dotar de equipos especiales para que se reduzcan tales emisiones.
Las prácticas mineras del carbón el Estados Unidos también
incluyen la minería de excavación y destrucción de las cimas de las montañas.
Los restos de materia removida se dejan al descubierto y son arrojadas a los
lechos de los ríos locales, lo que provoca que la mayoría de todos los ríos de
las zonas carboníferas discurran rojos todo el año con ácido sulfúrico que mata
toda la vida de los ríos.
De wikipedia.com
