La Comisión Económica de Naciones Unidas para Europa (UNECE) asegura en un reciente informe que la energía nuclear es la fuente eléctrica menos emisora teniendo en cuenta todo su ciclo de vida, incluso menos que cualquier tecnología renovable.
Las tecnologías candidatas evaluadas incluyen carbón, gas natural, energía hidroeléctrica, energía nuclear, energía solar concentrada. (CSP), fotovoltaica y eólica. Doce regiones globales han sido incluidas en la evaluación, lo que permite variar los factores de carga, las tasas de fuga de metano o el consumo de electricidad de la red, entre otros factores.
Estos son los resultados:
• La energía del carbón muestra las puntuaciones más altas, con un mínimo de 751 g CO2 eq./kWh (IGCC, EE. UU.) Y un máximo de 1095 g CO2 eq./kWh (carbón pulverizado, China). Equipado con una instalación de captura de dióxido de carbono y contabilizando el CO2 almacenado, esta puntuación puede caer a 147-469 g CO2 eq./kWh respectivamente.
• Una planta de ciclo combinado de gas puede emitir entre 403 y 513 g de CO2 eq./kWh desde la perspectiva del ciclo de vida y en cualquier lugar entre 49 y 220 g CO2 eq./kWh con CCS.
Tanto los modelos de carbón como los de gas natural incluyen fugas de metano en las fases de extracción y transporte (para gas); no obstante, la combustión directa domina las emisiones de GEI del ciclo de vida de ambas tecnologías.
• La energía nuclear muestra menos variabilidad debido a la regionalización limitada del modelo, con 5,1–6,4 g de CO2 eq./ kWh, la cadena de combustible es lo que más contribuye a las emisiones totales.
• En el lado renovable, la energía hidroeléctrica muestra la mayor variabilidad, ya que las emisiones son altamente específicas del sitio, que van desde 6 a 147 g CO2 eq./kWh. Dado que las emisiones biogénicas de los sedimentos que se acumulan en los embalses se excluyen en su mayoría, cabe señalar que pueden ser muy altas en áreas tropicales.
• Las tecnologías solares generan emisiones de gases de efecto invernadero que oscilan entre 27 y 122 g CO2 eq./kWh para CSP y entre 8,0 y 83 g CO2 eq./kWh para energía fotovoltaica, para la cual las tecnologías de película delgada son sensiblemente más bajas en carbono que la energía fotovoltaica basada en silicio.
Es probable que nunca se alcance un rango más alto de valores de GEI para CSP, ya que requiere una alta irradiación solar para ser económicamente viable (una condición que no se cumple en Japón o el norte de Europa, por ejemplo).
• Las emisiones de GEI de la energía eólica varían entre 7,8 y 16 g de CO2 eq./kWh en tierra y entre 12 y 23 g de CO2 eq./kWh para turbinas offshore.
La mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero de las tecnologías renovables están incorporadas en la infraestructura (hasta el 99% para la energía fotovoltaica), lo que sugiere grandes variaciones en los impactos del ciclo de vida debido al origen de la materia prima, la combinación de energía utilizada para la producción, los modos de transporte en las diversas etapas de fabricación e instalación, etc.
Este mismo informe muestra también lo que dicen otros organismos respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero de las distintas tecnologías de generación eléctrica en el mundo. Y los resultados son muy parecidos dependiendo del organismo. Entre ellos se encuentran el IPCC, NREL (EEUU) o la Oficina Federal de Energía de Suiza. En algunos informes son las renovables como hidroeléctrica o eólica las que pueden superar a la nuclear, pero levemente, prácticamente estamos hablando de empate técnico.
El informe de Naciones Unidas señala además otros efectos sobre el medio ambiente de las distintas tecnologías. Sin duda el carbón es la tecnología peor parada, pero también las renovables afectan al medio ambiente como puede ser el uso de la tierra, muy alto en energía solar, el uso de agua, sobre todo en paneles solares de silicio, o los recursos materiales para su construcción donde solar fotovoltaica y eólica no salen bien paradas teniendo en cuenta los metales no ferrosos.
A pesar de ello, el camino a seguir es la descarbonización de los sistemas energéticos. Y para ello, lo más rápido es la electrificación de nuestros usos energéticos. Es por ello que es necesario saber qué tecnologías contaminan más y cuáles menos en su ciclo de vida para apostar por ellas.
«Sin excepción, toda tecnología de generación de electricidad genera impactos ambientales a lo largo de su ciclo de vida; y estos impactos pueden variar ampliamente según el sitio de implementación y otras opciones de diseño. Una política energética adecuada debe basarse en evaluaciones del ciclo de vida y tener en cuenta los impactos ambientales de todas las tecnologías de generación y la infraestructura de apoyo del sistema energético total», dice UNECE en su informe.
En definitiva, nuclear y renovables, renovables y nuclear,
son las tecnologías por las que hay que apostar si verdaderamente se quiere
lograr el objetivo de mantener el calentamiento global bajo un umbral de 2 ° C.
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