jueves, 15 de septiembre de 2016

Irán propone atraer a grandes petroleras


Bloomberg News.-Lejos del sangriento conflicto sirio y el persistente encono del acuerdo nuclear de Irán, influyentes funcionarios a cargo de la política debaten en Teherán el futuro de los recursos energéticos del país.
Saben que Irán necesita una inversión extranjera enormemente mayor para reactivar su economía achacosa después de años de sanciones internacionales y aislamiento económico.
El presidente Hassan Rouhani y su ministro del Petróleo, Bijan Namdar Zangeneh, han elaborado un plan director para revertir décadas de indiferencia de los grandes países occidentales.
Pero el interrogante para ellos, y para las compañías petroleras gigantes del mundo que quieren atraer, es si acaso la presión de los políticos de línea dura de Teherán y una posible reacción adversa del gobierno estadounidense harán que invertir en los yacimientos petroleros de Irán sea una apuesta demasiado riesgosa para los extranjeros.
El gobierno de Rouhani estableció un objetivo ambicioso: impulsar la producción petrolera iraní un 20 por ciento para 2021 –desde 3,8 millones de barriles diarios hasta 5 millones.
Para lograrlo, Teherán está buscando inversión extranjera por US$200,000 millones durante ese mismo período.
Es una cifra alucinante, especialmente en el clima actual de precios del petróleo bajos y un exceso de producción. Irán tendrá que ofrecer a las compañías petroleras internacionales condiciones comerciales mucho más favorables que en el pasado.
La clave del plan de Rouhani es un nuevo modelo de contratación, oficialmente el Contrato de Irán para el Petróleo, que fue aprobado en una reunión de gabinete en agosto y parece contar con el apoyo del Líder Supremo Ayatola Ali Khamenei.
Bajo este nuevo régimen legal, Irán abandonará los viejos contratos “de recompra” que definieron la relación entre la Compañía Petrolera Nacional Iraní y las compañías petroleras internacionales durante décadas.
Dichos contratos eran muy criticados por las grandes empresas porque no tienen las características del modelo de producción compartida que éstas prefieren –particularmente en lo que se refiere a conservar reservas de crudo, el proceso por el cual las compañías petroleras tienen derecho a un porcentaje de los hidrocarburos que producen.
Los contratos de recompra tratan a las empresas extranjeras más o menos como subcontratistas. Sus plazos son mucho más cortos que los correspondientes a los acuerdos de producción compartida; generalmente entre 7 a 10 años frente a períodos de 20 a 25 años.
Las recompras normalmente otorgan escasa autoridad a las firmas extranjeras en cuanto a la gestión del desarrollo de represas y la producción de los yacimientos de petróleo una vez iniciada, y deja esas decisiones directamente en manos de la compañía iraní estatal.
El nuevo contrato resolverá estas cuestiones. Por ejemplo, permitirá a las empresas extranjeras establecer asociaciones estratégicas con compañías iraníes en las que manejarán la producción y el desarrollo de represas.
Más específicamente, permitirá períodos de contratación más largos (hasta 25 años y quizá más en algunos casos) y autorizará a las compañías petroleras mundiales a tener un aporte significativo en los planes presupuestarios y de trabajo de los proyectos.
Las empresas extranjeras también tendrán una recuperación total de los costos –lo cual significa que podrán recuperar sus inversiones en exploración, descubrimiento y desarrollo de un yacimiento determinado si son comercialmente viables.
También tendrán incentivos para que los proyectos resulten más baratos de lo presupuestado.
En teoría, este nuevo paradigma contractual brinda una distribución equitativa del riesgo y la recompensa entre las empresas internacionales y sus socias iraníes. Quizá lo más importante para los iraníes es que pueda empezar a volver al país la experiencia y los conocimientos técnicos y extranjeros indispensables después de tres décadas de aislamiento.
El pueblo ha cuestionado acaloradamente el tema del control sobre la riqueza petrolera de Irán en los últimos 100 años.
Recuerda cuando el gobierno británico, siendo propietario de Ango-Persian Oil Company, efectivamente controlaba su producción.
Zangeneh, el ministro del Petróleo, ha tenido que prometer a los políticos de línea dura que el nuevo contrato preserva la soberanía de Irán sobre sus recursos energéticos, y no obstante proveer suficiente incentivo a las empresas extranjeras como para garantizarles que sean tratadas como socias y no como contratistas sin ninguna participación.
Pese a su número de equilibrio y a su cuidadosa planificación por parte del gobierno de Rouhani, muchas preguntas siguen sin respuesta.

El Dia