El futuro del transporte ya llegó, pero incluso para los
estándares de las nuevas tecnologías, está desigualmente distribuido.
Los coches autónomos — una revolución prometida desde hace
mucho tiempo — sólo están disponibles para cientos de personas en un puñado de
sitios selectos en el mundo. Mientras tanto, las bicicletas eléctricas y los
patinetes eléctricos son cada vez más omnipresentes en docenas de ciudades.
Tal vez parezca ridículo colocar a los patinetes eléctricos
— que se asemejan a juguetes — en el mismo grupo que los coches autónomos. Pero
ambos están intentando resolver muchos de los mismos problemas: proporcionando
alternativas a los automóviles tradicionales para reducir la congestión y las
emisiones. La diferencia es que están abordando el problema de diferentes
maneras, y sólo uno de ellos está usando el manual tradicional de Silicon
Valley.
Ya ha pasado una década desde que Google comenzó a trabajar
en los vehículos autónomos. El pasado mes de diciembre, el equipo de Google,
ahora llamado Waymo, lanzó el primer servicio de taxis autónomos disponible
comercialmente. Es un verdadero avance, pero se limita a las soleadas calles
suburbanas de Phoenix, Arizona.
A pesar de las continuas promesas de Elon Musk, de Tesla, de
que la autonomía está a la vuelta de la esquina, gran parte de la industria de
la tecnología se ha vuelto más pesimista sobre las perspectivas a corto plazo
de la disponibilidad de los robotaxis. Las empresas más pequeñas están luchando
para continuar en el negocio; una empresa prominente, Drive.ai, se vendió a
Apple el año pasado.
Por el contrario, en los últimos dos años, miles de
bicicletas eléctricas y patinetes eléctricos han aparecido en las calles de
Europa, América del Norte, Asia y América Latina. Estos vehículos “sin muelle”
se pueden alquilar usando una aplicación, que es más conveniente que muchos de
los sistemas de bicicletas públicas con estaciones.
Hay preguntas válidas sobre la seguridad, la regulación y la
durabilidad de los patinetes eléctricos. Queda por verse si las nuevas empresas
pioneras en “micromovilidad”, como Bird y Lime, que son propietarias y operan
los alquileres sin muelle, podrán ser rentables.
No obstante, después de un largo y difícil invierno, cuando
las condiciones obligaron a los patinetes eléctricos a abandonar las
carreteras, el advenimiento de la primavera en el hemisferio norte ha visto un
renovado auge. De acuerdo con Second Measure, que analiza los datos de compra,
el crecimiento de las ventas de Bird ya está por encima de su nivel máximo a
fines del año pasado. Alemania ha legalizado los patinetes eléctricos y, aunque
estos siguen siendo ilegales en el Reino Unido, las bicicletas eléctricas de
Uber, Jump, Lime y otros ya están proliferando en Londres.
Cuando andas en bicicletas y patinetes con impulso eléctrico
sientes que has ganado una superpotencia. Una amiga no podía dejar de sonreír
después de la primera vez que usó una bicicleta eléctrica de Jump. Me dijo que
le había dado la misma sensación de velocidad y libertad que sintió al aprender
a andar en bicicleta cuando era niña.
Siguen surgiendo preguntas legales, especialmente a raíz de
los informes de lesiones, e incluso muertes, provocados por los patinetes
eléctricos. Muy pocos pilotos usan cascos. París, que ha adoptado el enfoque
más laissez-faire con respecto al uso de los patinetes eléctricos — o
“trottinettes” — en sus calles, ahora está tratando de controlarlos después de que
más de una docena de compañías lanzaron bicicletas eléctricas en la capital
francesa, provocando un atasco notable en las carreteras.
Hace poco, la posibilidad de un auge repentino de coches
autónomos tenía a la gente preocupada. Hubo temores de que los robotaxis
entrarían en circulación antes de que las autoridades estuvieran preparadas
para regularlos. Actualmente el problema se ha revertido: los legisladores
carecen de los datos de uso de la vida real que necesitan para elaborar las
nuevas reglas de la carretera; las empresas no están recibiendo la
retroalimentación que necesitan para rediseñar los autos para la era autónoma.
Mientras tanto, miles de bicicletas y patinetes eléctricos
ya están disponibles y los vehículos están evolucionando rápidamente. Muchos
operadores de alquiler envían datos a las autoridades de la ciudad sobre dónde
y cómo se utilizan sus flotas. Eso está provocando cambios sutiles en la
infraestructura urbana. Incluso en la City de Londres — una de las áreas más
conservadoras de la capital — se están pintando nuevos espacios de
estacionamiento marcados “sin muelle” en las aceras para animar a los usuarios
a dejar sus bicicletas en lugares seguros y convenientes.
Este enfoque sigue más al modelo clásico “aprender haciendo”
de Silicon Valley que las áreas limitadas en las que se están probando los
automóviles autónomos. Podría pasar una década más antes de que sepamos si los
coches sin conductor realmente funcionan en mal tiempo o en ciudades densas y
complejas como Londres y Nueva York. Para entonces, los patinetes y bicicletas
eléctricos serán una parte familiar de la vida urbana. ¿Quién sabe? Tal vez los
patinetes comiencen a conducir por sí mismos antes que los coches.
Diario Libre