jueves, 1 de julio de 2021

La obligada transición energética de las empresas de petróleo y gas: invertir en renovables tiene hasta 10 veces menos riesgo que hacerlo en activos fósiles

 


El pico de la demanda de petróleo se prevé para 2030

Según el informe, es posible que las medidas actuales para contener la pandemia aceleren la tendencia hacia un crecimiento del PIB menos intensivo en petróleo. Aunque se espera que aumente la demanda de países no pertenecientes a la OCDE hasta principios de 2030, CMS vaticina que el pico de producción de petróleo se produzca a nivel mundial en torno al 2030, lo cual implica un escenario de demanda a la baja, un amplio suministro de gas y petróleo y costes marginales más bajos. Ya se empieza a ver la posibilidad de que el pico del petróleo se produzca en una fecha más temprana en las ventas de activos y amortizaciones en los balances.

Caminos hacia la descarbonización

Algunas de las herramientas disponibles para el cambio transformacional podrían ser las fusiones y adquisiciones de empresas establecidas en los mercados de la electricidad o la energía limpia, donde las empresas de gas y petróleo tienen la oportunidad de aplicar su profunda experiencia en torno a las estrategias de precios en nuevas esferas.

Alternativamente, las inversiones de capital riesgo y la captación de fondos privados también pueden permitir a las grandes empresas de gas y petróleo participar en nuevas empresas centradas en las energías renovables, como demuestra la inversión de Petronas en una empresa de energía solar. Más allá de la inversión, también hay oportunidades de que se produzca un impulso creativo colectivo en temas como el precio del carbono a través del I+D y asociaciones con universidades.

Barreras al progreso

A pesar de una perspectiva general positiva para la transición energética y el relevante papel de las principales empresas de gas y petróleo en ese proceso, todavía existe una combinación de barreras a corto y largo plazo.

Normativa cambiante y estándares elevados – las empresas de gas y petróleo tendrán que ser más flexibles y seguir adaptándose a los rápidos cambios en el entorno regulatorio que rodea a la transición energética. La creciente presión de la sociedad en general, de los inversores y de los costes derivados de unas expectativas más estrictas o de la normativa de cumplimiento también podría poner a prueba la capacidad de las empresas para seguir siendo competitivas.

Capacidad de adaptación financiera– la menor rentabilidad de las principales empresas de gas y petróleo y la caída en las valoraciones de activos de las empresas de combustibles fósiles a medida que se vayan amortizando los activos de combustibles fósiles en los balances podría dificultar la inversión en renovables.

Competencia entre las empresas líderes –, las empresas eléctricas tienen más experiencia que las nuevas empresas de gas y petróleo que tienen que adaptarse a un modelo de energía distinto, invertir en tecnología para abaratar los gastos de los consumidores e intentar desarrollar una ventaja competitiva.

Incertidumbre en torno a la tecnología y los beneficios – la velocidad del cambio tecnológico puede crear incertidumbre acerca de qué tecnología invertir, teniendo en cuenta las dudas sobre el atractivo del retorno. Las empresas de gas y petróleo deben estar convencidas de que habrá un mercado para las nuevas tecnologías que siguen siendo caras. Sin embargo, en la experiencia reciente (por ejemplo, con la tecnología eólica marina) suele haber un punto de inflexión en el que la tecnología se normaliza repentinamente.

Retrasos por el Covid 19 – la incertidumbre económica sostenida con motivo de una pandemia larga y la ineficacia (potencial) de la vacuna podrían compensar la inversión en energías renovables, retrasando y paralizando potencialmente las nuevas inversiones en renovables por parte de las principales empresas de gas y petróleo.

Ignacio Grangel, socio responsable de la práctica de Sectores Regulados de CMS Albiñana & Suárez de Lezo comenta: “Las empresas de hidrocarburos se están adaptando a las necesidades derivadas de la transición energética comprometiéndose a reducir sus emisiones de CO2, invirtiendo en energías renovables y negocios sostenibles. El consumo de gas y petróleo se mantendrá en los niveles actuales hasta 2030 si bien está ralentizándose su crecimiento. Los hidrocarburos seguirán formando parte del mix energético mientras el desarrollo tecnológico no permita mantener el nivel actual de calidad y seguridad del suministro con fuentes de energía no emisoras”.

Elperiodicodelaenergia.com