Cuando el gobierno de Danilo Medina decidió que la central eléctrica de Punta Catalina funcionaría a carbón, llovieron las críticas. La quema continuada del mineral para generar energía, su producción de cenizas, gases y otros contaminantes en un mundo más comprometido con la disminución de emisiones llevó a que se cuestionara la decisión.
Se hicieron los estudios medioambientales, se presentaron los equipos y se destacó su eficiencia. La promesa fue que las emisiones de gases serían menores y que las cenizas se llevarían a un depósito controlado. Todo quedó saldado en el estudio de impacto medioambiental que aprobaron las autoridades. Pero ahora el uso de enormes cantidades de cal para absorber los gases revela que no todo funciona como debería.
Este año la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (Cdeee) ha comprado más cal para Punta Catalina de la que, según expertos, necesitaría para un año entero de operaciones a toda marcha. De acuerdo al portal transaccional de la Dirección General de Contrataciones, en enero y mayo se han adquirido más de dos millones de toneladas de cal viva para la central de Punta Catalina, un componente que se utiliza para absorber los elementos contaminantes que genera la combustión de carbón.
Punta Catalina cuenta con un sistema de control de calidad del aire (AQCS) que, según indicaron fuentes del sector, “ha colapsado nueve veces”. “Se está usando tanta cal porque no está filtrando”, dijeron los consultados.
Un carbón con un alto contenido de azufre ha sido utilizado para la generación de la energía eléctrica en la planta y ha provocado problemas con el filtro del aire, como el que varias veces este año ha obligado a mantenimientos de última hora.
Lo que se ha denunciado como incendios en la central han sido fugas de humo contaminante, uno que no ha debido llegar al ambiente, sino que antes ha debido ser pulverizado con cal y pasado por un filtro para que no llegue al aire. La propia Cdeee ha reconocido durante el último incidente ocurrido el pasado 7 de agosto que “al momento de apagar y destapar la caja de filtro, se escapa ese humo”, dijeron voceros de la institución en ese momento.
La humareda es una mezcla de elementos contaminantes como dióxido de azufre y de nitrógeno, mercurio y carbón en pequeñas cantidades, que son los residuos que salen de la planta a través de gases o de cenizas.
El vocero del Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático (CNLCC), Enrique De León, destaca que Punta Catalina emite gases que producen “smog y lluvia ácida, y también micropartículas, metales pesados suspendidos en el aire, que entran por las vías nasales, igual que las cenizas”, denuncia.
Moisés Álvarez, director técnico del Consejo Nacional para el Cambio Climático, dijo en una entrevista reciente a Diario Libre que Punta Catalina es una planta bastante eficiente, “pero eso no significa que no contamine”. Agregó que el problema de las emisiones de gases contaminantes “se puede compensar sembrando más árboles”.
El carbón mineral utilizado en las centrales termoeléctricas es un polvo que se introduce en la cámara de combustión para que sea quemado y produzca el calor suficiente para mover las turbinas que producen electricidad. Pero además de ese calor, se generan gases, cenizas de fondo y cenizas volantes, que son los desechos de la quema.
Para Yolanda León, del grupo ambientalista Jaragua, no hay duda de que los componentes químicos que se transportan al aire desde la central son tóxicos y que, según la composición que tenga el carbón utilizado para generar energía, puede volatilizar metales pesados tóxicos como mercurio, arsenio y plomo.
“En teoría las chimeneas de Punta Catalina iban a tener
tecnología para retener la salida de esta contaminación al aire, pero habría
que verificar su instalación y funcionamiento”, dijo León.
Para que los residuos no salgan a la atmósfera por las chimeneas de la planta se utilizan filtros y se recogen las cenizas en unos embudos gigantescos llamados tolvas. De allí se transportan a un patio que está a unos dos kilómetros al norte de la planta.
El nuevo ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, dice estar preocupado por esos residuos que está generando la central termoeléctrica.
Sostiene que es una responsabilidad del Estado a la que “le prestaremos atención de inmediato”. “Tenemos algunas informaciones (...) Vamos a confirmar y profundizar estos datos, entonces vamos a ver qué hacemos”, expresó.
La fábrica de cenizas
“Punta Catalina es una fábrica de cenizas porque para producir energía eléctrica hay que quemar el carbón y un 10 % de lo quemado se transforma en residuos. Entre las dos plantas generan 400,000 mil toneladas de cenizas porque se compran cuatro millones de toneladas de carbón al año”, sentencia Enrique de León, vocero del Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático (CNLCC).
Cita que las cenizas de la central termoeléctrica contienen sustancias tóxicas en “alta cantidad” como el mercurio, boro, azufre y arsénico.
Una exposición durante años con cenizas o productos que integran los residuos que emite la generadora pueden provocar los mismos efectos que produce la alta radiación, como cáncer y malformaciones, advierte.
De León entiende que la única solución a la contaminación generada por las cenizas de la central es dejar de producirlas convirtiendo las plantas a gas natural.
Agrega que es totalmente factible la transformación a gas y que la misma costaría entre US$300 millones y US$485 millones, “una inversión baja con relación a los costos que tendría el manejo adecuado de la contaminación actual de Punta Catalina”.
“La única solución para revertir el daño ambiental es la reconversión. Otros serían remedios que o solucionarían el problema y serían costosos. Transformar a Punta Catalina de carbón a gas es un acto de humanidad a favor de más de 100 mil personas que están recibiendo el impacto directo de esa contaminación”, sugiere.
Para José Luis Moreno San Juan, miembro del Consejo Directivo del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), las cenizas son el único inconveniente que tiene la central, aunque precisa que se le puede hacer un análisis químico para determinar su composición y buscarles uso a esos residuos.
“Yo sugerí que las cenizas se usaran para la producción de cemento, incluso se hizo un estimado y las fábricas locales podrían consumir esos residuos. La mejor forma de disponer de las cenizas es dándole uso en la industria cementera y hormigonera. Si las preparas como rock ash lo puedes usar en carreteras”, detalla.
Considera que se le debe buscar uso a las cenizas que genera Punta Catalina, ya que depositarlas “es la opción menos inteligente”. Aclara que con un “buen uso” de los residuos no debe haber ningún problema, al tiempo que destaca que diariamente se producen más de 150 toneladas de yeso en la central.
“Hay un plan de manejo de las cenizas. El vertedero está muy bien concebido, de acuerdo a estándares internacionales. Ahí se depositan 620 toneladas de cenizas diarias, en promedio”, puntualiza.
El experto declara que la composición fundamental de las cenizas es óxido de sílice, de hierro y de aluminio y otros óxidos no metálicos, sodio y potasio y otros que son no metálicos.
La promesa del gas natural
La conversión de la Central Termoeléctrica Punta Catalina (CTPC) a gas natural, como plantean algunos sectores ecologistas, es un “absurdo”, desde el punto de vista económico, debido a que la obra recién inicia su operación y hay que esperar que se recupere una parte de la inversión.
La afirmación la hace José Luis Moreno San Juan, miembro del Consejo Directivo del Instituto de Energía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que agrega que habría que esperar entre 15 y 20 años para cambiar el combustible de generación de la central de carbón a gas natural.
“Nadie en el sector privado inicia la operación de una planta y antes de los 15 años se va a cambiar a gas natural, eso se hace cuando ya tiene muchos años de uso y se ha recuperado parte de su inversión y en lugares donde la norma ambiental es muy exigente y la planta no puede cumplir con ella, pero no es el caso de Punta Catalina”, sostiene Moreno San Juan.
La única forma de que la central de generación estatal pueda ser convertida a gas antes del período referido es si en el país se encuentran yacimientos de ese combustible y que sea factible su explotación comercial, señala.
El catedrático advierte que cambiar la matriz de Punta
Catalina “no solucionaría nada”, al tiempo de indicar que solo reduciría las
emisiones de dióxido de carbono (CO2) un 27 % “porque no lo estamos cambiando
por un ciclo combinado, sino por la misma eficiencia que tiene esa planta”.
Diario Libre