lunes, 14 de marzo de 2016

Seguridad e independencia energética


Los temas vinculados a la seguridad y la independencia energética han sido de mi interés desde hace varios años cuando inicié a vincularme con el sector energético. Siempre he creído que nuestra condición isleña nos ofrece ventajas y desventajas en términos energéticos, que sumadas a nuestra alta dependencia a combustibles importados tanto en el transporte como para producir electricidad (petróleo, gas natural, carbón), nos coloca como nación en una posición de muy baja independencia energética; situación que se traduce inmediatamente en bajos niveles de seguridad. No obstante, cuando analizamos el potencial de las fuentes energéticas autóctonas, nuestras perspectivas futuras en cuanto a seguridad y posible independencia energética aumentan.  
Ambos términos (independencia y seguridad) tienden a ser usados de manera indistinta para referirse a la capacidad de disponer de recursos energéticos de manera confiable. Sin embargo, existen diferencias conceptuales entre los mismos. Cuando nos referimos a independencia energética, estamos hablando de la capacidad de producir la energía que se demanda a partir de fuentes autóctonas; es decir directamente de nuestro territorio. En el caso de la seguridad energética el concepto que prima es aquel concerniente a la disponibilidad ininterrumpida que tiene un país de los recursos energéticos que demanda a precios razonables y en armonía con el medio ambiente independientemente del origen. Al final de cuentas ambos conceptos convergen en la necesidad de proveer constancia del suministro energético ante la demanda del mismo.   
La independencia asume altos niveles de seguridad energética, no así lo contrario. Es decir, un país puede tener niveles altos de seguridad energética, no así ser independiente energéticamente hablando. Los Estados Unidos de Norteamérica es uno de esos casos donde por el momento se tienen niveles altos de seguridad energética, pero aún no han logrado ser independientes totalmente. Con los hallazgos y desarrollos del gas y petróleo de esquisto (shale y oil gas) pretenden lograr la independencia. A pesar de ello, en los Estados Unidos apuestan a las energías renovables (eólica, solar, geotérmica, biomasa), al gas natural, a los vehículos de hidrogeno y eléctricos y otras fuentes no convencionales para incrementar su seguridad energética y lograr la independencia absoluta.    
Cabe señalar, que la seguridad energética que pueda tener un país que no haya logrado su independencia energética, está muy vinculada con el posicionamiento geopolítico y su supremacía en el orden mundial. Un ejemplo de ello son las inestables y caldeadas relaciones diplomáticas entre Venezuela y Estados Unidos las cuales nunca terminan afectando las relaciones comerciales en cuanto al suministro de petróleo que hace el país bolivariano hacia los Estados Unidos.
No obstante, el caso particular de la República Dominicana es preocupante en ambos niveles, ni tenemos alta seguridad y mucho menos independencia energética. A pesar de que poseemos recursos importantes sobre los cuales sustentar algunos niveles de seguridad energética, nuestra dependencia a combustibles importados, es demasiado alta. Por tanto, necesitamos diseñar y luego implementar una política energética clara y agresiva orientada a disminuir nuestra dependencia de combustibles importados para el transporte y la electricidad, e identificar nuevas oportunidades que nos acerquen algún día al propósito de izar la bandera de la Independencia energética en la República Dominicana.

por Milton Morrison - Listin Diario