En un interesante documento publicado esta semana, el FMI analiza la situación del sector de la energía en la región del Caribe de habla inglesa, considerándolo como un freno a la competitividad y el crecimiento económico, a pesar de los sustanciales ahorros derivados del descenso en el precio del petróleo.
Pero aunque una reforma del sector les dejaría grandes beneficios a largo plazo, el Fondo señala que pocos países disponen de la holgura fiscal requerida para acometer esa transformación.
Una de las conclusiones del análisis es particularmente llamativa. Dado que la competitividad es una característica esencialmente relativa, resultante de la comparación de costos, eficiencias y productividades entre países, el estudio expresa que la reducción en el costo de la factura petrolera no ha sido determinante para elevar la capacidad de las naciones del Caribe para competir con rivales comerciales que también se han beneficiado del menor precio.
Se menciona que la normalización de las relaciones de Cuba con los EE.UU. y la Unión Europea implicará una competencia adicional en el comercio, turismo e inversiones.
Aunque el estudio no incluye, salvo referencias ocasionales, a la República Dominicana, varios de sus hallazgos, en materia de costos, apagones, soluciones individuales, redes deficientes, pérdidas en transmisión y limitadas fuentes alternativas, pueden sernos aplicables. En cuanto a los subsidios, sin embargo, nuestra dependencia de ellos es más acentuada.
Los autores del documento llegan a cifras aproximadas respecto de la inversión que las naciones de la región tendrían que hacer para transformar sus sectores energéticos, y el impacto de dicha inversión sobre el nivel de las deudas públicas y su sustentación hasta el año 2030.
A ese respecto, en línea con las recomendaciones de otros organismos como el Banco Mundial, el FMI favorece políticas para atraer inversionistas privados.
Diario Libre