viernes, 25 de enero de 2019

El poder diplomático del petróleo venezolano



Camillo Gonsalves, ministro de Finanzas de San Vicente y las Granadinas, hizo un breve silencio para darle mayor énfasis a ese fragmento del discurso. Se encontraba en el Parlamento de su país para presentar el presupuesto de 2018. Luego de la pausa dijo que su padre, el primer ministro Ralph Gonsalves, había logrado un acuerdo con Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, para concretar una buena noticia: “el perdón” de aproximadamente 30 millones de dólares de la deuda adquirida con Petrocaribe, convenio a través del cual el gobierno venezolano ha vendido con créditos flexibles productos petroleros para países de América Central y el Caribe, como ese archipiélago de 389 kilómetros cuadrados y 110.000 habitantes independiente desde 1979.

Segundos antes, había mencionado que Maduro también perdonó otros 29 millones de dólares de un préstamo concedido a través del Banco de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), otra plataforma de integración liderada desde Caracas y de la cual el país caribeño igualmente forma parte. “El gobierno y el pueblo de San Vicente y Granadinas están extremadamente agradecidos con el gobierno y el pueblo de Venezuela por este desprendido gesto de amabilidad y solidaridad”, expresó Gonsalves, mientras se escuchaba un suave golpeteo en las mesas, a modo de celebración, de los parlamentarios del Unity Labour Party, que ha gobernado por 17 años consecutivos en ese país, bajo la égida del padre del ministro.

Camillo Gonsalves no fue noticia continental ese día, 7 de febrero de 2018, y apenas algunas páginas informativas locales reprodujeron la noticia que podía interpretarse así: cada habitante de San Vicente y las Granadinas se había liberado en promedio de una deuda de 544 dólares con Venezuela. El funcionario, sin embargo, cuatro meses más tarde sí estuvo sometido al escrutinio de los medios internacionales cuando ejerció como emisario de alto nivel del gobierno de su país en la sesión de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Washington, Estados Unidos, el 5 de junio. En ella los cancilleres decidieron iniciar el procedimiento para expulsar a Venezuela de la institución multilateral. El ministro votó en contra de la sanción aprobada por 19 delegados que hicieron mayoría bajo la iniciativa de Estados Unidos y de 12 países del denominado Grupo de Lima agrupados con el objetivo de buscar salidas a la crisis venezolana. La mayoría decidió sancionar a Venezuela por considerar que habían sido fraudulentas las elecciones presidenciales celebradas dos semanas antes y en las cuales Maduro se reeligió por seis años. En sus intervenciones, Gonsalves defendió el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países para justificar su posición.

El gobierno de San Vicente y las Granadinas mantuvo su línea de apoyo el 10 de enero de 2019 cuando el Consejo Permanente de la OEA acordó también con 19 votos desconocer a Maduro como presidente para el nuevo período que comenzaba ese día. En la resolución aprobada por la instancia se reiteró el cuestionamiento a las elecciones que favorecieron al sucesor del fallecido Hugo Chávez y se dejó constancia de la preocupación regional por el agravamiento de la situación económica, social, política y humanitaria del país suramericano, cuya crisis es vista como la peor de su historia y ha estado asociada a la migración masiva de venezolanos. A contracorriente, la delegación sanvicentina, votó por reconocer a Maduro y sumó a su gobierno a la lista de apenas seis del continente que lo consideran legítimo.

El resultado de las sesiones no disimuló la influencia de la diplomacia petrolera del socialismo venezolano para proteger a Maduro del total aislamiento, aun en tiempos lejanos del boom de precios de los hidrocarburos y de retroceso de la industria estatal, Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en su capacidad de producir para los aliados. Un total de nueve países que han recibido préstamos petroleros votaron en contra de las medidas o se abstuvieron de rechazarlas pero también de aprobarlas, posición que no es siempre sinónimo de neutralidad. La lista incluye a San Vicente y Granadinas, Dominica, Nicaragua, El Salvador, San Cristóbal y Nieves, Suriname, Antigua y Barbuda, Belice y Granada. La delegación haitiana que se abstuvo en la primera sesión, en la segunda ocasión, como sorpresa, votó contra Maduro.

Diario Libre