viernes, 20 de mayo de 2016

Venezuela al borde del colapso

Venezuela es el gran fracaso del hemisferio occidental. Un país grande — supuestamente rico, aparentemente moderno y rico en recursos, a sólo 3 horas de vuelo de EEUU — se encuentra al borde del colapso económico y político, el impago financiero y, potencialmente, una crisis humanitaria.
La falta de productos de primera necesidad y medicinas ha provocado protestas y saqueos. La escasez de divisas, puesto que se ha priorizado su uso para pagar las deudas en el exterior, ha causado una caída del 40 por ciento de las importaciones el pasado año, según estimados de Bank of America Merrill Lynch. La producción de petróleo está disminuyendo y la escasez de electricidad ha obligado a reducir la semana laboral del gobierno a dos días. Se prevé que la inflación rebase el 450 por ciento este año y casi el 2,000 por ciento el próximo año. La economía se está reduciendo a un ritmo del 8 por ciento, su tercer año en recesión. ¿Cuánto tiempo más puede continuar esta triste situación?
Más de dos tercios de los venezolanos dicen que el presidente Nicolás Maduro debería ser relevado de su cargo. Él, en cambio, se está aferrando. La semana pasada declaró el estado de emergencia durante 60 días, prorrogable hasta 2017, para presuntamente proteger al país de amenazas indeterminadas. Como otra medida defensiva, ordenó maniobras militares. Como dijo un funcionario de la inteligencia estadounidense: “Se puede escuchar el hielo romperse”.
El futuro es sombrío. El índice de aprobación del Sr. Maduro ha caído al 26 por ciento y hay rumores persistentes de un golpe de palacio. Quizás por esa razón el Sr. Maduro asumió poderes de emergencia: para demostrar que tiene el control. También hay rumores de inquietud entre oficiales de rango medio del ejército. Eso, a su vez, puede ser el motivo por el que el Sr. Maduro ha ordenado las maniobras militares, pues las maniobras interrumpirían los planes subversivos.
Las potencias extranjeras tienen mucho interés en fomentar un desenlace estable en el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Desgraciadamente, las potencias extranjeras tienen poca influencia sobre Caracas.
Una posible opción debería involucrar la condena internacional — especialmente por parte de las organizaciones regionales latinoamericanas — de la subordinación del poder judicial al poder ejecutivo. Por ejemplo, el Tribunal Supremo de Justicia controlado por el gobierno ha anulado la legislación de la Asamblea Nacional controlada por la oposición, a pesar de que el 94 por ciento de los venezolanos dicen que les gustaría ver cooperar a los poderes ejecutivo y legislativo para resolver problemas. Si es posible la cooperación en un país tan polarizado es otro asunto, aunque el Vaticano también podría desempeñar un papel útil como lo hizo en Cuba.
También debe haber presión internacional para que Venezuela siga el debido proceso que permitiría un referendo revocatorio. Esta iniciativa, mediante la cual se podría destituir al Sr. Maduro y convocar a nuevas elecciones, necesita 200,000 firmas para ponerse en práctica. La oposición ha recogido 1.8 millones, pero, como dijo el vicepresidente Aristóbulo Istúriz esta semana: “Aquí Maduro no va a salir por referéndum porque primero aquí no va a haber referéndum”.
China, la cual le ha prestado a Caracas más de US$65 mil millones a cambio de suministros de petróleo, potencialmente tiene un papel muy importante que jugar.
Después extender las fechas de vencimiento de algunos de estos préstamos, funcionarios en Beijing dicen que esperan que “Venezuela pueda manejar adecuadamente” su situación actual. Una forma de lograrlo es a través de un referéndum. Después de todo, se trata de un proceso constitucional que incluso Hugo Chávez permitió.
Caracas probablemente condenaría incluso estas iniciativas moderadas como interferencia externa. Aun así, se debe decir la verdad. Al menos, expondría la hipocresía y la postura del Sr. Maduro como lo que son, y aumentaría las posibilidades de desenlaces más felices.

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