Ha llegado el momento de buscar soluciones a la crisis
económica a la que se enfrenta el mundo por el parón del coronavirus. Aunque la
Unión Europea tiene claro que la solución es caminar hacia una economía verde,
no está de más que lo apoye una coalición de líderes de grandes multinacionales
del sector energético, industrial y financiero, además de la sociedad civil. La
Energy Transitions Commission propone siete claves para ayudar a la
recuperación de la mano de la descarbonización.
Son directores generales, presidentes y altos ejecutivos de
40 organizaciones, entre ellas Allianz, BP, Dalmia Cement, Iberdrola, Envision,
el aeropuerto de Heathrow, HSBC, Orsted, Schneider Electric, Shell, SNAM, que
piden a los gobiernos «que gasten los paquetes de estímulo económico de manera
inteligente y que inviertan en la economía del futuro».
El informe ‘7 Priorities to Help the Global Economy
Recover’, mientras se construye una economía más sana, más resilient y de
emisiones cero netas, explica cuáles son los sectores que hay que fomentar y
cuáles son las razones para ello.
1. Inversión masiva
en energía renovable
Según el informe, con la demanda de electricidad creciendo
rápidamente debido a la electrificación, este sector es la mayor oportunidad de
inversión de la próxima década y tiene el potencial de crear más de 17 millones
de empleos en todo el mundo para 2030 al tiempo que proporciona energía más
barata para hogares y empresas, apoyándose en los datos de IRENA.
Los gobiernos deberían acelerar la inversión en generación
de energía renovable, provisión de flexibilidad e infraestructura de red.
Pueden lograrlo reduciendo el riesgo de la inversión privada a través de
subastas, invirtiendo en redes de transmisión y distribución, y haciendo un
seguimiento del proceso de proyectos en construcción.
2. Impulsar la
construcción con edificios verdes
Otro de los sectores estratégicos es la construcción. Se
necesita un plan de inversión masivo para revitalizar la economía y que las
personas vuelvan a trabajar.
La construcción también tiene la doble ventaja de ser
intensiva en mano de obra y tener un efecto decisivo en muchos sectores
industriales en su cadena de suministro (fabricación de equipos, acero,
aluminio, cemento …). Por eso, parte de esas inversiones debería destinarse a
este sector clave en el uso de energía cuyo objetivo fuera reducir las
emisiones de carbono. Y pone una cifra: para 2030 se requieren unos 50 billones
de dólares, según los cálculos de New Climate Economy.
Se debe centrar en la modernización energética de los
edificios públicos actualmente vacíos, luego en la modernización de edificios
comerciales y residenciales, y en las nuevas construcciones de bajo consumo
energético en los países urbanizados. Más allá, los grandes proyectos de
infraestructura centrados en nuevas redes de energía, transporte bajo en
carbono, desarrollo digital y urbano estimularían la economía y mejorarían la
calidad de vida en los países desarrollados y en desarrollo.
3. Fomentar el
automóvil pero mantener la calidad del aire
Durante el confinamiento, los países y más aún en las
grandes urbes han experimentado de primera mano y de manera dramática cómo se
vive con aire limpio. Mientras tanto, el sector del automóvil se ha visto
gravemente afectado por el estancamiento económico mundial.
Así que, para que se beneficien ambos dos, proponen
incentivos como el desguace de automóviles y las ayudas para la compra de
vehículos, con un mayor apoyo para los eléctricos y una eliminación gradual y
rápida del apoyo para vehículos de combustión. El apoyo financiero directo a
los fabricantes de automóviles también podría estar sujeto a establecer una
fecha de eliminación gradual para la producción de vehículos convencionales
(idealmente a principios de la década de 2030) y centrarse en las inversiones
necesarias para cambiar a la movilidad eléctrica.
También las ciudades también podrían desarrollar planes para
vehículos de alquiler y de uso compartido, para proporcionar a sus ciudadanos
opciones de movilidad y evitar ineficiencias relacionadas con la propiedad
individual de vehículos privados.
4. Apoyo a los
compromisos climáticos de las empresas
La segunda ola de apoyo económico de los gobiernos se
centrará en la reconstrucción de las economías nacionales. Debería incentivar
la transición a modelos empresariales más sostenibles y resistentes para
fortalecer el tejido económico de cada país antes de las futuras crisis
relacionadas con el clima.
Se deben incluir objetivos de descarbonización claramente
definidos para 2030, en línea con un objetivo de emisiones netas cero para
2050, una obligación de revelar riesgos financieros relacionados con el clima a
partir de 2021, y planes de inversión que demuestren cómo las nuevas
inversiones contribuirán a la reducción de emisiones de las empresas
trayectoria. En sectores de alta emisión como el del automóvil, la aviación y la
industria altamente intensiva en energía, se podrían desarrollar compromisos
específicos en línea con los requisitos sectoriales hacia una transición baja
en carbono.
5.- Apoyo a
actividades de bajas emisiones: hidrógeno, eficiencia…
Hay que promover el desarrollo y el despliegue de
innovaciones que tengan el potencial de impulsar la competitividad de las
economías nacionales y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Este es el caso de la producción de hidrógeno verde, combustibles con bajo
contenido de carbono para la industria naviera y la aviación, materiales con
bajo contenido de carbono (como cemento verde o acero verde), modelos
comerciales circulares (en particular actividades de recolección y reciclaje de
materiales usados), soluciones digitales para sistemas y eficiencia energética,
entre muchos otros.
6.- Acelerar la
transición de la industria de los combustibles fósiles
A medida que el mundo avanza hacia una economía baja en
carbono, es probable que la demanda de combustibles fósiles se reduzca. Esto,
combinado con la caída sin precedentes de los precios del petróleo y el gas
durante el mes pasado, ha abierto una ventana de oportunidad para que los
gobiernos aceleren la transición de la industria de los combustibles fósiles.
Para los países importadores de energía, esto representa una
oportunidad clave para eliminar las ayudas al consumo de combustibles fósiles,
innecesarios en un período de precios bajos, y para aumentar los impuestos a
los combustibles fósiles sin provocar aumentos significativos en los precios al
consumidor. Esas reformas podrían proporcionar una fuente útil de ingresos
fiscales en un período de alto gasto público anticíclico.
Para los países productores de petróleo y gas y las
economías ricas en carbón, el estímulo fiscal podría invertirse de manera útil
en una eliminación temprana de los activos menos competitivos, la
diversificación de su economía y medidas de apoyo para los trabajadores y las
regiones que se verán afectadas por la transición.
7.- Evitar que el
precio del CO2 no se desplome
A raíz de la crisis de COVID-19, los precios del carbono y
las regulaciones que ya están vigentes podrían verse bajo un renovado ataque.
El ETC (Erosion, Technology and Concentration Group) alienta a los gobiernos a
mantenerse firmes: estimular la demanda en múltiples sectores de la economía
será más eficaz para la recuperación económica y tendrá efectos económicos más
duraderos que la desregulación. Aunque algunos pueden percibir los precios y
las regulaciones del carbono como un coste hoy en día, son herramientas
políticas esenciales para construir una economía resistente y disminuir los
riesgos de las principales crisis económicas relacionadas con el clima en las
próximas décadas.
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