El coronavirus se extiende por todo el mundo provocando una parálisis económica de consecuencias aún inciertas. Sin embargo, también está cambiando la forma en que se consume la energía y, por tanto, tendrá su repercusión en una industria mundial que está en constante transformación.
Unos impactos que además ya están ocurriendo y que continuarán haciéndolo en el futuro influyendo en el modelo tradicional del sector energético, según publica el diario Axio.
Esos seis impactos que ya están sucediendo son:
Menos emisiones de CO2
Es probable que las emisiones mundiales de dióxido de carbono disminuyan este año, debido a la parálisis de la economía mundial. En realidad no es una noticia muy positiva, porque es igual que una persona que pierde peso mientras está enferma. Es una consecuencia de una tragedia y, por definición, aunque se conseguirá acercarse a los objetivos climáticos, en cuanto se acabe la pandemia, no durará.
De hecho, desde la Revolución Industrial, las emisiones mundiales no han disminuido, excepto brevemente durante las crisis económicas. Estos incidentes simplemente muestran lo difícil que es reducir las emisiones de una manera económicamente sostenible.
La industria petrolera se derrumba
La industria mundial del petróleo y gas, que ya estaba luchando para no hundirse por la presión de las políticas climáticas en todo el mundo, solo necesitaba el coronavirus para poner la puntilla. Los precios de sus materias primas se están descontrolando hacia los precios más bajos de las últimas décadas. Tres factores convergen para llegar a esa situación: un abundante suministro, la destrucción de la demanda causada porque el coronavirus cierra las principales economías y una guerra de oferta y precios entre Rusia y Arabia Saudí, que en gran parte son la respuesta a los dos primeros. Todo ello está empujando los precios aún más a la baja.
Es probable que muchas empresas pequeñas del sector del Oil&Gas quiebren o se reduzcan sustancialmente, mientras que los productores más grandes pueden apreciar aún más el valor en sus nacientes inversiones en energías renovables.
Y es que según la consultora Wood Mackenzie, los retornos en petróleo han sido tradicionalmente mejores que en renovables, pero con el coronavirus se reducen hasta la mínima expresión para proyectos de petróleo y gas, entonces ¿ahora qué?
Problemas de suministro para las renovables
No todas las malas noticias son para el sector de los combustibles fósiles. También las renovables se van a encontrar en dificultades. Las compañías eólicas y solares están advirtiendo que están en peligro las cadenas de suministro y la incertidumbre fiscal debido al cierre de las fronteras en todo el mundo y la desaceleración económica relacionada.
Sin embargo, hay una posibilidad incipiente y es la apuesta, según las posibilidades de cada país, de incentivar una nueva y provechosa industria nacional que pudiera ofrecer toda la cadena de valor para la transformación hacia un modelo menos descarbonizado.
Cambio en los patrones de energía
En tiempos de coronavirus, las empresas están apostando por el teletrabajo, lo que podría influir en los hábitos tradicionales de acudir a la oficina y que a veces produce el fenómeno del «presentismo laboral». En España, según un estudio de Randstad, el teletrabajo se trata de una práctica que no cuenta con una gran aceptación entre las compañías aún, pero el 68,6% de los empleados españoles sí quiere aunque no puede porque su empresa no lo permite.
Con el teletrabajo, se reducen los costes energéticos, no solo para el trabajador que se tiene que desplazar sino para la empresa con ahorros en el coste de la infraestructura, según la empresa de análisis de energía Innowatts.
Con datos de EEUU, con el coronavirus el uso residencial diario en EEUU aumentará entre un 6% y un 8%, la demanda de los edificios educativos y comerciales disminuirá en un 30% y un 25%, respectivamente, lo que compensará el crecimiento en el uso de energía en el hogar. Este nuevo paradigma ayudaría a incentivar y promover más las instalaciones de autoconsumo, un sector con un gran potencial de futuro, más aún con el paso de la pandemia.
Las propuestas de los ecologistas
El teletrabajo también influye en el sector del transporte. Aunque ya se realizan las reuniones en remoto, los webinars y otros eventos, con el confinamiento de la mayoría de la población mundial en sus hogares, esta opción podría ser cada vez más aceptada. En la medida en que las empresas sigan con estos hábitos y hasta que todos puedan trabajar y viajar de nuevo como siempre, estos cambios podrían tener un impacto más duradero en el uso de la energía, particularmente en el transporte, y más aún en el transporte aéreo, uno de los grandes damnificados de esta crisis.
El cambio climático, ¿en segundo plano?
A medida que el mundo entra en una recesión, algunos hablan que será peor que la Gran Depresión, es probable que los problemas del cambio climático, ya no importen tanto. De hecho, China está considerando relajar las reglas de contaminación del automóvil en lo que Bloomberg News describió como una posible retirada del Acuerdo climático de París y la consultora The Eurasia Group dijo la semana pasada que «el coronavirus desviará la atención global y los recursos para abordar el cambio climático».
Sin embargo, podría ser todo lo contrario. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) se ha convertido en una de las voces más destacadas que piden a los gobiernos de todo el mundo que incorporen planes de energía limpia en cualquier plan de estímulo económico con el coronavirus.
La industria renovable necesita un paquete de estímulos por parte de los gobiernos de todo el mundo e incluso sería un motivo para defender la economía de un país. Según Wood Mackenzie, el mundo ya se estaba volviendo nacionalista incluso antes de que llegara el coronavirus, y ahora que los países están literalmente cerrando sus fronteras y mirando hacia adentro, mientras lidian con sus problemas internos provocados por la pandemia, es el momento de apostar por la energía autóctona. De hecho, este virus va a tener un impacto especialmente fuerte en los países productores de petróleo.
“La [diplomacia climática] nunca ha sido fácil. Y podría decirse que se ha vuelto más difícil para los países estar de acuerdo «, dijo Kretzschmar, de Wood Mackenzie. “Especialmente para los países productores de petróleo y gas cuyos ingresos van a verse diezmados».
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