Las medidas de confinamiento que impone el virus en los principales mercados de Latinoamérica y del mundo, y que reducen el consumo y la inversión, tendrán un fuerte impacto en las exportaciones, que ya denotaban una contracción de 2,4% en 2019, y que en enero fue de 3,4% interanual. ¿Les alcanzarán a los gobiernos de turno sus desesperadas medidas para evitar parar la bancarrota de las empresas y la escasez de dinero?
El Covid-19 se cierne sobre Latinoamérica. Y aunque todavía
es pronto para arriesgar un análisis sobre los efectos económicos del
coronavirus, lo cierto es que aún en el escenario más favorable habrá un
impacto tremendo, y más teniendo en cuenta que la región aún no ha visto lo peor
de la pandemia.
Claro que el embate de la enfermedad será heterogéneo y
también dependerá de la multiplicidad de factores que afecten específicamente a
cada una de sus economías y de las estrategias y recursos implementados para
lograr cercar al virus; de la evolución de la epidemia, de la duración del
confinamiento y de la posibilidad de encontrar o no una vacuna.
Tan sólo hace unos días, el Instituto Robert Koch, la
agencia del gobierno alemán encargada del seguimiento y control del
coronavirus, advertía acerca de que la pandemia originada en la ciudad china de
Wuhan podría prolongarse hasta dos años, si antes no se pudiera contar con una
vacuna. Por eso todo indica que las medidas de confinamiento que impone el
virus en los principales mercados de Latinoamérica y del mundo, y que reducen
el consumo y la inversión, tendrán un fuerte impacto en las exportaciones de la
región, que ya denotaban una contracción de 2,4% en 2019, y que en enero fue de
3,4% interanual, mientras algunos países de la región muestran un impacto
negativo en el bimestre febrero-marzo, según apuntan datos del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID).
Todo esto empujado por la economía global, que los analistas
intuyen quedará resentida por el impacto del coronavirus más allá de 2020. Y,
aunque algunos países del cono sur hayan adelantado medidas para intentar
mitigar el ataque del virus, la región no quedará exenta de su embate. En una
encuesta reciente, hecha entre 80 expertos de distintas partes del mundo, casi
un tercio de estos esperaba que el coronavirus “redujera el crecimiento mundial
en al menos 1,5 puntos porcentuales este año, con casi el 50% previendo un
impacto de 0,9–1,4 puntos porcentuales, y el resto un impacto menor”, comenta a
AméricaEconomía, en Madrid, Oliver Reynolds, economista de FocusEconomics, en
Barcelona.
Para Reynolds, el impacto del virus sobre la demanda interna
el Latinoamérica “se notará más fuertemente a partir del segundo trimestre”, ya
que las medidas fuertes de contención que fueron implementadas en algunos
países como Chile y Argentina, recientemente, “previsiblemente se extenderán a
más países de la región, en la misma línea que lo que ya hemos visto a nivel
europeo. La demanda externa también se resentirá debido a la caída de la
actividad en Estados Unidos y en la Unión Europea”, agrega.
En esta misma línea, días atrás, la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) estimó que la crisis del coronavirus
provocaría una contracción de 1,8 % del PIB regional, que durante 2019 creció a
una tasa estimada de apenas 0,1 %, y que los últimos pronósticos de diciembre
pasado lo proyectaban con un crecimiento de 1,3 % para 2020.
Profunda dificultad
Argentina ha sido el primer país de la región en blindarse
con un estricto confinamiento para intentar atenuar los contagios, pero ¿le
alcanzará esto con la estructura sanitaria pública obsoleta y deficiente que
tiene? ¿Con los devastadores niveles de pobreza que ostenta, del 35,4% de la
población y con 7,7% de las personas viviendo en condiciones de indigencia?
Para Hernán Letcher, director del Centro de Economía
Política Argentina (CEPA), los efectos económicos ya se están viendo en “la
caída del precio de la soja y maíz, que ya tiene un impacto fiscal negativo”; y
en el caso del petróleo, “por un lado reduce las presiones previas al alza del
combustible, pero a la vez implicaría un efecto fiscal negativo”.
Adicionalmente, la caída de producción industrial en los dos
principales socios comerciales del Argentina, Brasil y China, también “podría
afectar la producción de las empresas locales”, prosigue Letcher. El país se encuentra en un momento de
“profunda dificultad, sobre todo por el nivel de endeudamiento y nos encuentra
en pleno proceso de reestructuración”; además, por la “caída sensible del poder
de compra del conjunto de la sociedad, del orden de 20%, la más fuerte en los
últimos años”, lamenta Letcher.
Lo cierto es que una pandemia prolongada podría poner en
tela de juicio el pacto alcanzado por Argentina con el Fondo Monetario
Internacional (FMI) “porque, además, el gobierno argentino tiene menos margen
de maniobra fiscal que otros gobiernos de la región para apoyar la economía con
medidas de estímulo fiscal, y el peso seguirá estando vulnerable a una fuga de
capitales”, analiza Reynolds. E incluso, “será muy complicado continuar con la
negociación de la deuda en las actuales circunstancias. El gobierno argentino
está dando prioridad a atender la emergencia sanitaria y compensar a familias y
empresas por el impacto económico, y esto debilitará aún más las cuentas
fiscales, aumentando la probabilidad de un default”, acota Germán Ríos,
profesor de Economía del IE University y ex director de Asuntos Estratégicos
del CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.
Reformas
estructurales, en pausa
Mientras, las infecciones por coronavirus aumentan
exponencialmente en Brasil, con 210 millones de habitantes y una estructura
sanitaria curtida por los recortes asestados y un gobierno reticente a la
cuarentena. Los analistas que esperaban un crecimiento de 1,8 % para el país,
ahora proyectan con suerte una retracción de 0,7 %.
“Habrá un crecimiento negativo y es posible que entre en
recesión”, comenta Ríos, pero “lo más importante es el retraso en la agenda de
reformas que iba muy bien encaminada”. Para Ríos, Brasil estaba preparado
relativamente mejor que otros países desde el punto económico para enfrentar la
crisis, sin embargo, el comportamiento errático del presidente Jair Bolsonaro,
para atender la emergencia sanitaria, “puede incrementar los costos de
controlar la pandemia y, probablemente, a mediano plazo el impacto más
importante será la postergación de las reformas estructurales y el deterioro de
la relación del presidente con el Congreso y otros poderes públicos”.
Entre enero y marzo de 2020 nada más, en Brasil, las
exportaciones se contrajeron 6,9% respecto mismo periodo del año anterior;
mientras que en Chile retrocedían 6,6% y en Colombia se estimaban en 8,0%. Y
Paraguay, Uruguay y Venezuela muestran caídas interanuales acumuladas en el bimestre,
de 8,2%, 6,5% y 45,1%, respectivamente.
Asimismo, las exportaciones puntualmente desde Latinoamérica
a China, para el primer bimestre del año, cayeron 12% en términos interanuales,
frente a un crecimiento promedio anual de cerca del 20% en las dos últimas
décadas; y la variación interanual en las exportaciones, de Perú a China,
durante el primer bimestre de 2020 se sitúa en -17%; México -13%; Colombia
-12%, Argentina -10% y Brasil -5%, según apuntan datos del BID.
Vecinos en problemas
Perú tampoco escapa del reguero de efectos adversos que está
sembrando la pandemia en la región, dado que China es su principal socio
comercial. Hace una semana, la consultora Thorne & Associates ha recortado
sus estimados de PBI de 2020 a 1,6%, desde 2,8%, y subido los de 2021 a 3,9 de
3%.
“El primer impacto fue en las exportaciones, pues a China le
vendemos el 70% de nuestros despachos de cobre”, explica a AméricaEconomía,
Alfredo Thorne, de Thorne & Associates, y ex ministro de Economía y
Finanzas del Perú, durante el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. “El segundo
impacto ha sido sobre el consumo y la inversión, al llegar la infección al
territorio nacional. Y con la decisión del gobierno de aislar a la población,
el impacto se verá sobre todo en el sector servicios que concentra el 60% del
PIB”, agrega.
En tanto, que “Chile tiene una gran exposición en mercados
globales y específicamente en los asiáticos: Japón, Corea y China, que están
entre nuestros principales compradores. Aproximadamente el 35% de las
exportaciones chilenas van al mercado chino, por eso somos un país
especialmente vulnerable a lo que suceda en Asia”, explica a AméricaEconomía,
Andrés Rebolledo, economista, decano de la Facultad de Administración y
Negocios de la Universidad SEK y ex ministro de Energía de Chile, durante el
gobierno de Michelle Bachelet.
“Por su apertura, Chile se sitúa a la cabeza del índice de
vulnerabilidad. De hecho, la variación interanual en las exportaciones de Chile
a China, durante el primer bimestre de 2020, registra un -25%; esto, y las
medidas más restrictivas ante la crisis sanitaria, hacen que los pronósticos
hablen de un decrecimiento negativo que podría estar en torno al 1% o 2%”,
agrega Rebolledo.
El impacto del coronavirus tiene un efecto especialmente
negativo en las exportaciones de cobre, ya que Chile produce el 28% de la
demanda mundial y Perú 12%. Y para colmo de males, los precios del mineral se
han visto resentidos con una caída de 10%.
El coronavirus también podría poner a prueba el tejido
social de Chile y Colombia, países ambos ya azotados por las protestas
sociales. Reynolds advierte que, si las medidas estrictas de confinamiento y
cuarentena se mantienen en el tiempo en estos países para contener la pandemia,
“podrían causar muchas penurias económicas a las clases medias y a los
trabajadores, que serán exacerbadas por unas redes de protección social
deficientes. Esto podría generar un nuevo estallido social”.
Piezas chinas
En el caso de México, aunque el país contaba con la ventaja
de tener una situación económica relativamente estable antes de la crisis, y
“una situación fiscal, inflacionaria y de endeudamiento externo que le da
margen de maniobra, será uno de los países que más sufrirá con la crisis por su
dependencia económica de Estados Unidos, la caída del turismo y la reducción de
los precios del petróleo que ponen presión en Pemex y sobre las cuentas
fiscales”, detalla Ríos.
“Ante la endeble recaudación de los ingresos tributarios
petroleros y no petroleros, la contracción del mercado interno y la caída de
los mercados cambiarios, energéticos y bursátiles es preciso un Plan de
Contingencia Económica Nacional para hacer frente a los efectos que está
provocando el coronavirus. Sólo en la Industria Automotriz, en México, ya
existen repercusiones por la propagación del coronavirus, debido a que gran
parte de los suministros automotrices dependen de piezas chinas. Datos de 2019
estiman que en China se despachó un aproximado de US$35 mil millones en
componentes automotrices, de los cuales México recibió US$2 mil 300 millones en
autopartes, situando a China como el segundo país proveedor de las empresas
mexicanas de la industria automotriz. Y como ejemplo de las repercusiones, las
exportaciones de vehículos ligeros cayeron a 228.184 unidades en enero de 2020,
(-) 5,83% menos que el mismo mes de 2019, de acuerdo con datos del INEGI”,
explica a AméricaEconomía, José Ignacio Martínez Cortés, coordinador del
Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), y profesor
del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM).
Habrá que hacer un seguimiento del impacto del coronavirus
en la economía estadounidense, para ver cómo repercutirá en México, dado que
Estados Unidos -país que ha pasado a ser el epicentro de la pandemia, con más
contagiados en el mundo al momento del cierre de este artículo- es el principal
inversor y socio comercial de México. Durante 2019, el país azteca recibió una
Inversión Extranjera Directa (IED) que ascendió a US$32.921 millones, de los
cuales el 37% provino de Estados Unidos, seguido de España, con 12,1%.
“Y el intercambio bilateral, durante 2019, alcanzó
US$614.500 millones; en tanto, que el vecino del norte importó más de
US$358.000 millones, en parte por el conflicto comercial entre China-Estados
Unidos, que benefició a México”, agrega Martínez Cortés. Tan sólo en 2019, la
diferencia entre las exportaciones estadounidenses y las importaciones desde México
“fue de US$101.751,9 millones, el mayor saldo a favor de México desde 1995”,
sentencia.
El gigante se
relaciona con los enfermos
En Venezuela, el impacto del Covid-19 podría ser devastador,
con más de 130 contagiados y una multiplicidad de factores negativos que
apuntan a un sistema de salud y a una economía de por sí precarizados, el
desplome del precio del petróleo y una población sumida en un contexto de
emergencia humanitaria y de desgobierno, con la presencia de dos presidentes,
Nicolás Maduro y Juan Guaidó. Además, “será muy difícil movilizar recursos
financieros hacia Venezuela, más ahora que el Departamento de Justicia de los
Estados Unidos ha acusado a Maduro y parte de su gobierno de narcoterrorismo”,
subraya Ríos.
“Inevitablemente habrá una reducción de la inversión a corto
plazo y otros lazos que unen a Estados Unidos y España con el continente
latinoamericano, como el turismo o las remesas. También se verán afectados
temporalmente”, acota Reynolds.
Lo cierto es que mientras que el Covid-19 se extiende por
Latinoamérica, China comienza a recuperarse de la enfermedad, y surge la
interrogante: ¿cómo se dinamizará la relación del gigante asiático con los
países de la región, cuando estos aún no han vivido lo peor de la pandemia?
Llegado ese momento, según apunta Ríos, habrá una buena
noticia para América Latina, y es que China se estará recuperando gradualmente,
lo que “aumentará la demanda de commodities y, probablemente, aumentará sus
precios a partir de la segunda parte de 2020, lo cual podría contribuir a una
recuperación más rápida que en otras partes del mundo”.
“Teniendo un mercado interno importante, es de esperar que
la recuperación de China surta un efecto positivo sobre Chile y Perú, pero hay
que recordar que mucho de los minerales van a las exportaciones, las cuales
tomaran tiempo en rebotar”, agrega Thorne.
Aunque el impacto de la pandemia en Latinoamérica también se
notará en China, que importa muchas materias primas de Latinoamérica: una
ralentización de la producción minera en la región, a causa del virus, podría
causarle dificultades a la industria china que recién comienza a reactivarse.
Además, habrá una caída de la demanda latinoamericana de las exportaciones
chinas, apunta Reynolds.
“El peligro es que cuanto más tiempo esté paralizada la
economía mundial, más difícil será para muchas empresas mantenerse a flote y
evitar despidos masivos, y más pérdidas irá acumulando el sector financiero
que, además, está mucho más apalancado que hace una década”, agrega.
“Lo que es seguro es que la economía global va a entrar en
recesión, y también América Latina. Aquellos países con mayor espacio fiscal,
reservas internacionales y capacidad de reducir tasas de interés podrán mitigar
la recesión que se avecina”, concluye Ríos.
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