• Las crisis sanitaria, humanitaria, social y económica
desencadenadas por la pandemia del coronavirus (COVID-19) requieren una
respuesta decidida a gran escala guiada por unas medidas sociales y económicas
apropiadas. Mientras los países analizan sus opciones de estímulo económico,
también deben hacer frente al reto de garantizar la sostenibilidad y reforzar
la resiliencia, a la vez que mejoran la salud y el bienestar de las personas.
Sigue haciendo falta una ruta acelerada para cumplir los objetivos climáticos
mundiales mediante la descarbonización de nuestras sociedades.
• El escenario de transformación energética que se describe
aquí —acompañado de una perspectiva adicional de descarbonización más profunda—
ofrece una base sostenible, con bajas emisiones de carbono y segura para el
clima con vistas a un desarrollo económico estable a largo plazo. Promete más
empleos, un mayor crecimiento económico, condiciones de vida más limpias y una
mejora sustancial del bienestar. Esta ambiciosa perspectiva también reduciría
el 70 por ciento de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2)
relacionadas con la energía de aquí a 2050. Más del 90 por ciento de la
reducción se obtendría a través de las Energías Renovables y de medidas de eficiencia
energética.
• La Transición Energética puede impulsar un amplio
desarrollo socioeconómico, guiado por políticas integrales que fomenten la
descarbonización transformadora de las sociedades. Este enfoque global
alinearía la descarbonización energética con los objetivos económicos,
ambientales y sociales. Un ejemplo de ello es el Pacto Verde Europeo propuesto,
que incluye el apoyo internacional a la energía limpia. Los estímulos
económicos posteriores a la crisis sanitaria de 2020 podrían llevar a muchas
sociedades a seguir una dirección similar.
• El objetivo climático final a escala mundial sería llegar
a cero emisiones. Esta perspectiva también analiza formas de reducir las
emisiones de CO2 más allá de 2050 hasta lograr las cero emisiones netas y, potencialmente,
incluso las cero emisiones. El hidrógeno y los combustibles sintéticos, la
electrificación directa, los biocombustibles avanzados y la gestión del carbono
serán decisivos, junto con modelos comerciales innovadores, cambios
estructurales y la adaptación de las conductas.
• Con todo, la última parte de las emisiones mundiales de
CO2 será la más difícil y más cara de eliminar. Con una Transición Energética
ambiciosa, todavía quedarían emisiones mundiales equivalentes a un tercio de
los niveles actuales aproximadamente, y los sectores de alto consumo
energético, el transporte marítimo y la aviación seguirían registrando elevados
niveles de emisión en 2050. La perspectiva de descarbonización más profunda
refleja opciones para que dichos sectores logren las cero emisiones. Aunque
queda mucho por analizar, se estima que un 60 por ciento de la reducción en
este tramo final podría conseguirse gracias a las renovables, “hidrógeno verde”
y la electrificación basada en Energías Renovables.
Opciones de inversión
con bajas emisiones de carbono
• Las emisiones de CO2 relacionadas con la energía han
aumentado en un 1 por ciento al año durante la pasada década. Si bien la crisis
sanitaria y el desplome del petróleo pueden contener las emisiones en 2020, un
repunte restablecería la tendencia a largo plazo.
• Sin embargo, el escenario de transformación energética
ofrece una ruta segura para el clima y suficiente para mantener el
calentamiento global durante este siglo “muy por debajo de 2º C”, en línea con
el Acuerdo de París. También podría ayudar a orientar las constantes
actualizaciones de los compromisos climáticos nacionales, que pueden reforzarse
con objetivos mejorados en cuanto a Energía Renovable.
• Esta perspectiva de transformación del sistema energético
también apunta a un mayor crecimiento del producto interno bruto (PIB), con un
aumento del 2,4 por ciento a mediados de siglo en comparación con los
resultados de los planes actuales. El aumento acumulado de aquí a 2050 asciende
a 98 billones de dólares estadounidenses (USD), muy por encima de las
inversiones adicionales necesarias para transformar el sistema energético.
• La transformación prevista se amortizaría de manera
efectiva, pues cada dólar gastado produciría entre 3 y 8 dólares. El escenario
de transformación energética costaría 19 billones de USD más que el escenario
energético previsto, pero también generaría beneficios por un valor mínimo de
50 billones de USD para 2050. La perspectiva de descarbonización más profunda
costaría 16 billones de USD más para lograr las cero emisiones netas, o 26
billones de USD más para eliminar completamente las emisiones de CO2, con un
costo total de 45 billones de USD, si bien el ahorro acumulado también sería
superior de 62 billones de USD o más.
• Además de un futuro energético sostenible, la transición
promete nuevos modelos de desarrollo socioeconómico. Los cambios en la orientación
de la inversión contemplados en esta perspectiva aumentarían los empleos en el
sector de las renovables hasta los 42 millones a escala mundial de aquí a 2050,
cuatro veces más que en la actualidad. Los empleos en el sector de la energía
en general alcanzarían los 100 millones en 2050, unos 40 millones más que en la
actualidad. La transición generaría siete millones de empleos nuevos en todos
los sectores de la economía en comparación con los planes actuales. Habría
beneficios para la salud y el medio ambiente, así como grandes mejoras del
bienestar humano, en todas las regiones del mundo.
• El bienestar humano experimentaría mejoras más rápidas y
más profundas, y, dentro del escenario de transformación energética, el
indicador de bienestar sería un 13,5 por ciento más alto en 2050. La
divergencia se debe principalmente a una menor contaminación atmosférica, con
las consiguientes mejoras para la salud en todas las regiones. La transición
promete una mejora generalizada del bienestar humano.
Coordinación para una
transición sin fisuras
• Para cumplir los objetivos energéticos y climáticos
conexos será esencial elevar las ambiciones regionales. Las Energías
Renovables, la eficiencia y la electrificación brindan un eje de acción claro
para reducir la mayor parte de las emisiones a escala regional y nacional. Pese
a la diversidad de rutas de transición, todas las regiones registrarían mayores
cuotas de uso de la energía renovable, y el Sudeste Asiático, América Latina,
la Unión Europea y África Subsahariana estarían a punto de alcanzar cuotas de
entre el 70 por ciento y el 80 por ciento en sus combinaciones totales de
fuentes de energía para 2050. Asimismo, se produciría un incremento
generalizado de la electrificación de los usos finales, como la calefacción y
el transporte, superándose el 50 por ciento en Asia Oriental, América del Norte
y gran parte de Europa.
• A pesar de los claros beneficios mundiales, el impacto
estructural y la repercusión en el mercado laboral de la transición variarán en
función de cada lugar, tipo de empleo y sector. A medida que vayan creciendo
las Energías Renovables, la Eficiencia Energética y otros sectores relacionados
con la transición, irán disminuyendo los empleos en otros ámbitos de la
energía. Pero las estrategias para garantizar una transición justa podrían
ayudar a minimizar los trastornos para los individuos y las comunidades.
• Los distintos puntos de partida socioeconómicos
contribuirán a que se produzcan distintas transiciones energéticas regionales.
El impacto sobre el terreno se derivará de la dependencia de los combustibles
fósiles y otros productos básicos, la productividad industrial preexistente, la
evolución de las opciones tecnológicas, y la cobertura y la diversidad de las
cadenas de suministro nacionales. Los planes de transición regionales y
nacionales, las estructuras institucionales, las capacidades y las ambiciones
políticas también varían, por lo que los resultados serán distintos en 2050.
• La descarbonización rápida requiere iniciativas políticas
e inversiones sin precedentes. La Plataforma de Inversión Climática presentada
en 2019 tiene como objetivo impulsar la adopción de la energía limpia en línea
con los objetivos del Acuerdo de París. Los foros de inversión subregionales
ayudarán a crear las condiciones adecuadas, mejorar el acceso a la financiación
y preparar proyectos financiables.
• Para culminar la Transición Energética mundial a tiempo de
evitar un Cambio Climático catastrófico es necesario intensificar la
cooperación internacional. El objetivo es que los gobiernos y otras
instituciones puedan adoptar una amplia gama de políticas ambiciosas,
destinadas todas ellas a fortalecer la determinación pública y a garantizar que
nadie se quede atrás.
• En última instancia, el éxito en la mitigación de la
amenaza climática dependerá de las políticas adoptadas, su ritmo de
implantación y el nivel de recursos comprometidos. En el futuro, las decisiones
sobre inversión podrían evaluarse en función de su compatibilidad con la
construcción de una economía inclusiva con bajas emisiones de carbono. De lo
contrario, la descarbonización transformadora de las sociedades resultaría muy
compleja.
Escenarios y
perspectivas
• Escenario energético previsto: refleja los planes actuales
y otros objetivos y políticas previstos, incluidas las Contribuciones
Determinadas a Nivel Nacional (CDN) en virtud del Acuerdo de París.
• Escenario de transformación energética: describe una ruta
ambiciosa, pero realista, basada en la ampliación de las Energías Renovables y
la eficiencia a un ritmo que permita cumplir los objetivos climáticos.
• Perspectiva de descarbonización más profunda: examina las
opciones para reducir aún más las emisiones de CO2 de los procesos industriales
y relacionados con la energía, incluidas las posibilidades de reducirlas a
cero.
• Análisis socioeconómico: vincula los sistemas energéticos
y las economías en un marco coherente, global y cuantitativo a través de un
modelo macroeconómico (modelo E3ME).
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