lunes, 10 de febrero de 2020

Los parques eólicos son ‘para siempre’


Cuando el parque eólico Lake Benton II en el suroeste de Minnesota se desconectó en octubre pasado después de 20 años de servicio, el cierre fue noticia por su novedad. Y es que, lo normal en la actualidad es que los parques eólicos se construyan, no que cierren, y además, se suponía que la planta Lake Benton II duraría hasta 2029.

Al tiempo que se daba a conocer este hecho, AES Southland cerraba una unidad de gas de 506 MW en su planta de Redondo Beach en el área de Los Ángeles, que se puso en marcha hace 70 años. Exelon Corp. acababa de cerrar la planta nuclear de 820MW y 45 años de antigüedad en Three Mile Island, Pensilvania, y los operadores de la Estación Generadora de Navajo en Arizona habían cerrado una unidad de 750MW que culminaba el cierre por etapas de toda la planta de 2.250MW en noviembre. La Unidad 3 de 630MW del Complejo Baldwin Energy, de 39 años, que funciona con carbón en Illinois, se cerró en septiembre, al igual que la planta de carbón Nucla de 100MW en Colorado, después de 60 años de operación.

Pero Lake Benton II era diferente. De hecho, el tiempo es lo único que el parque eólico de Minnesota tiene en común con todas esas otras plantas, ninguna de las cuales volverá a funcionar.

Pero como cuenta el analista de IEEFA Karl Cates, el parque eólico Lake Benton se está repotenciando ahora con 44 turbinas de mayor rendimiento para reemplazar las 138 originales. Con una capacidad de generación de 100MW, no es un parque eólico gigantesco, pero es un excelente ejemplo de una industria fuerte y en auge que no muestra signos de desaceleración en su crecimiento y que persiste en parte porque los parques eólicos rara vez mueren. “Por lo general, simplemente se reestructuran (se «recargan» en términos de la industria) con un nuevo hardware que les da otros 20 o 30 años de vida. Raramente un parque eólico se queda realmente fuera de servicio”, explica Cates. O dicho de otra manera, los parques eólicos son para siempre.

En una actualización, publicada en diciembre por la Administración de Información de Energía (EIA,) se muestra que la capacidad de generación eólica en septiembre alcanzó los 100GW a nivel nacional. Ese hito marcó una capacidad que se había más que duplicado desde 2012 y había crecido aproximadamente un 300 por ciento en la última década.

La agencia, y otros, ven que la tendencia se acelera. La EIA aún no ha compilado datos del cuarto trimestre de 2019, pero dijo que esperaba que unos 7.2GW adicionales de generación eólica se habrían activado solo en diciembre. La EIA está proyectando que se instalarán 14.3GW adicionales de capacidad en 2020, lo que significa que en el transcurso de un año más o menos, los 100GW registrados en septiembre se habrán eclipsado con un aumento superior al 20%, que sugiere un impulso irrefrenable.

La actualización de EIA incluía otras perlas notables: Kansas adelantaba a California, 6.2GW a 6.1GW en capacidad de generación eólica en general, un fuerte indicador de que la implantación de la energía eólica está siendo impulsada más que nunca por la economía y no por la política pública, como sucedió hace 30 o 40 años cuando California fue el epicentro de la industria eólica.

Texas, Iowa y Oklahoma continúan liderando en capacidad instalada, representando, respectivamente, el 26,9%, 8,9 % y 8,1% de la generación eólica nacional, aunque Illinois (4,8%), Minnesota (3,9%), Colorado (3,7%), Dakota del Norte (3,2%) y Oregón (3,2%) están en alza.

Un poco más de una cuarta parte de toda la electricidad eólica a nivel nacional se encuentra dispersa por otros 32 estados, lo que sugiere que el apetito por los parques eólicos conoce pocos límites geográficos.

Los analistas de Morningstar son optimistas sobre el » sector explosivo de la energía renovable», argumentando que la energía eólica y solar, mientras continúa disminuyendo el papel del carbón, competirá con el gas en una feroz carrera, algo que en realidad ya está sucediendo. En un análisis reciente, S &P Global Market Intelligence calculó que la energía eólica y solar representaron el 52% de toda la nueva generación de energía de EEUU en 2019, frente al 46% del gas (la hidroeléctrica representó el 2 por ciento restante), lo que supuso un giro brusco si se considera que, en 2018, la participación de la generación a gas en la nueva capacidad totalizó el 78%.

Morgan Stanley en diciembre citó una «segunda ola de energías renovables» como la fuerza impulsora detrás del desplome de la participación del carbón en el mercado, que probablemente caerá al 8% para 2030 desde el 27% en 2018.

Las tendencias globales muestran hacia dónde va Estados Unidos. Bloomberg New Energy Finance en un informe de hace unos días estimó que la inversión en energía renovable en todo el mundo fue de $ 282.200 millones en 2019, frente a los $ 280.200 millones en 2018. BNEF dividió la actividad de manera casi equitativa entre eólica y solar. Si bien la industria eólica de EEUU va muy por delante de la energía solar en instalaciones a gran escala, la brecha se está cerrando, en parte porque los proyectos de gran tamaño se están combinando cada vez más con la nueva tecnología de almacenamiento en baterías.

Los avances tecnológicos también explican las ganancias de la eólica. En los últimos 10 años, la capacidad media de la turbina, según S&P Global Market Intelligence, ha aumentado de 1,66MW a 2,73MW. El diámetro promedio del rotor aumentó a 123 metros desde 78 metros, los factores de capacidad aumentaron hasta el 33% desde el 27,8%, y la cartera actual se estima en 3.7MW y el diámetro promedio del rotor en 135 metros.

Un resultado de estos avances, según Cates, es que los parques eólicos nuevos o repotenciados pueden producir más con menos turbinas, un modelo de negocio que se basa en una fórmula ganadora con cero costos de combustible. Los fabricantes, que buscan aprovechar esa ventaja, también están personalizando las turbinas para tener en cuenta las distintas velocidades del viento.

La tecnología también funciona en el frente offshore. La turbina promedio en las instalaciones a gran escala en alta mar en 2010 tenía un factor de capacidad de 3MW y tenía unos 100 metros de altura. La Agencia Internacional de Energía predice que para 2030 las turbinas superarán los 250 metros de altura «con capacidades de placa de identificación de 15MW a 20MW». GE, el mayor proveedor del mercado estadounidense, acaba de lanzar una turbina de 12MW.

Aunque EEUU se ha retrasado en el desarrollo de esta tecnología, “las cosas están cambiando”, dice Cates. Y refuerza la afirmación con datos: en Virginia, Dominion Energy está desarrollando 2.640MW de generación eólica marina. Nueva York, que el año pasado ordenó la construcción en alta mar de 9.000MW de capacidad eólica y en octubre firmó contratos con dos compañías para completar 1.700MW para 2024, está abriendo una escuela de comercio que tiene como objetivo graduar a 2.500 técnicos eólicos en los próximos cinco años. Los reguladores en Connecticut están evaluando las ofertas para construir 2.000MW de capacidad frente a las costas del estado.

Mientras ocurren todas estas cosas, en Minnesota, la repotenciación de Lake Benton II se está llevando a cabo mientras hacen lo mismo otros dos proyectos cercanos aún más nuevos: el parque Jeffers, de 50MW, encargado en 2008, y los 30MW de Community Wind North, de 2011, también se están reestructurando para que sean más rentables. Los ejemplos de Minnesota se encuentran entre muchos indicadores en todo el país de que la industria eólica goza de muy buena salud y le está ganando la carrera al carbón.

Fuente: Karl Cates, IEEFA