Los constanceros esperaban que entre sus bondades, la Presa
Pinalito regalara a las montañas un gran lago de agua color azul. Se imaginaban
que todos los habitantes de la zona, y sobre todo los turistas, podrían venir
para disfrutar del paisaje, navegar en botes y, por supuesto, pescar por
distracción y hasta con fines comerciales.
Pero, aunque desde 2009 la Empresa de Generación
Hidroeléctrica Dominicana (Egehid) coloca energía en línea con agua captada en
Pinalito y otros afluentes de más abajo, ya pocos constanceros esperan el
milagro del gran estanque azul.
Hasta el final del año pasado, Félix Suriel, quien trabajó
en la presa construida por la firma brasileña Odebrecht, acudía varias veces a
la semana –excepto en los meses vedados a la pesca debido a la temporada de
desove– a distraerse de su trajín de camionero mientras trataba de atraer los
peces al anzuelo. Lanzaba su sedal sin grandes éxitos a un embalse que siempre
se mostró sediento, como un pozo costoso condenado a almacenar un agua verdosa
y contaminada.
Johnny Tactuk, director municipal de Turismo en Constanza
desde hace varios años, plantea que durante su planificación y construcción se
pensó que la Presa Pinalito se podía utilizar como un atractivo para visitantes
nacionales e internacionales. “Incluso se tiraron (en el embalse) algunas
especies de peces y dieron resultados”.
Pero más que en un criadero de peces, el estanque sirve de
tumba al agonizante y escaso caudal del Río Tireo. Solo en tiempos de lluvias
se despabila y aumenta la cantidad de sedimentos y desperdicios que arrastra,
los cuales incluyen miles y miles de potes y fundas de plástico utilizados por
las agroquímicas para envasar venenos, pesticidas y fungicidas.
La contaminación y la deforestación de las montañas matan al
río y anuncian el fin de la utilidad de la costosa presa. Al inaugurarla, en
agosto de 2009, el entonces presidente Leonel Fernández anunció que costó
US$300 millones, financiados por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y
Social (BNDES), de Brasil.
El agua del Presa Pinalito permanece de un color verde
oscuro.
La Egehid afirma que el proyecto costó US$320.4 millones, de
los que US$20.2 millones se destinaron a la presa (compuertas, pórtico grúa de
la obra de toma, caseta de operación, caseta y planta de emergencia). El
proyecto incluye un túnel de 11 kilómetros que conduce el agua a la central
ubicada en Blanco, Monseñor Nouel, así como otras cuatro presas secundarias con
sus estructuras de toma y obras de decantación para captaciones ubicadas en Río
Blanco y los arroyos Sonador, Caña Amarga y Arroyón.
Pero para la Procuraduría General de la República costó
US$361,222,243.49, según la acusación que formuló contra los implicados en el
caso de corrupción abierto a raíz de que la firma Odebrecht confesara el pago
de sobornos para lograr la adjudicación obras.
El proyecto, ejecutado en los dos períodos de gobierno de
Fernández (2004-2012), fue contratado por César Sánchez desde la Corporación
Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) durante la gestión de
Hipólito Mejía (2000-2004), por US$229.5 millones menos del monto que aporta la
Procuraduría.
El libro “Presas y centrales hidroeléctrica en República
Dominicana”, publicado por la propia CDEEE, la Egehid y el Indrhi (Amigo del
Hogar, 2004), bajo la firma de Ramón Isidro Rodríguez Taveras, experto en construcción
de presas y recursos hidráulicos, plantea que el costo del proyecto de la Presa
Pinalito sería “US$131,721,080” e incluía: obras civiles, electromecánicas,
suministro e instalación de equipos, subestación, línea de transmisión,
ingeniería, supervisión, gastos financieros, repuestos y obras de mitigación.
Consultado sobre la actual operación de Pinalito, Rodríguez
Taveras, quien acumula experiencia en la construcción de presas, asegura que
“se trató de un proyecto muy mal enfocado”. “La hidroeléctrica que colocaron de
50 megas pudo ser de la tercera parte de esa capacidad, pero la
sobredimensionaron; porque no hay agua para abastecerla, ya que la poca agua
que se consigue en el trayecto no alcanza para el caudal que se necesita para
producir energía a esa capacidad”.
Plantea que la cuenca de Tireo podría aportar a la presa
1.74 metros cúbicos por segundo, “pero no creo que haya el agua suficiente
porque se consume en el camino”, dice. La presa necesita 3.72 metros cúbicos
por segundo (m3/s) y, en los momentos en que está en operación, requiere del
agua de dos arroyos de la provincia Monseñor Nouel que se suman al túnel, dice.
Rodríguez Taveras afirma, en el libro “El agua: recurso que
necesita urgente atención” (Editora de Revista, noviembre 2013), que República
Dominicana debe parar de ejecutar proyectos sin tomar en cuenta el espacio
ambiental donde los desarrolla. En este contexto, plantea que Pinalito, aunque
con la mayor caída del país, tiene “problemas importantes por resolver”.
“El caudal total medio a turbinar de 3.72 m3/s no será
posible conseguirlo en las condiciones actuales, debido a que el caudal de
Tireo (1.74 m3/s) supuesto a extraerse del embalse de la presa es consumido en
la explotación de 25,000 tareas de vegetales en la parte de la cuenca del río
Tireo aguas arriba a la presa de Pinalito, con la tendencia de que se aumente
el área cultivada”.
Plantea que las tierras de los valles Tireo y Constanza, por
su calidad y clima carecen de competencia para la producción de hortalizas y
otros cultivos que garantizan ingresos por encima de los RD$20,000 por tarea al
año, con un mercado nacional e internacional cada vez más atractivo.
“En tiempo de crisis de agua lo que llega al embalse es el
agua de retorno, reducida en más de un 50%, después de haber sido usada en el
riego agrícola”.
Advierte que no existe garantía de que los aportes de la
parte alta del río Blanco y sus afluente Caña Amarga y Arroyón, con sus
pequeños caudales sin regulación de 1 m3/s permanezcan estable en un futuro
próximo, debido a la fragilidad de sus cuentas impactadas por la deforestación.
El entorno de la Presa Pinalito está erosionado.
Rodríguez Taveras advierte que los sedimentos que arrastra
el Río Tireo tienen además un impacto negativo en los embalses de río Blanco y
Hatillo.
El ingeniero civil Fabio Herrera Miniño se queja, en su
artículo “Engaño con electricidad de Pinalito” (Hoy, octubre 2019), de que la
presa, “no ha llenado las expectativas de producción de energía como se vendió
para hacerla factible”. Deplora que todavía no se logra generar, con las dos
turbinas, 50 mil kilos de energía eléctrica en base a un caudal regulado de 3.5
m3/s. “Si hubiese agua suficiente sería un proyecto muy atractivo y económico”,
dice.
Uno de los expertos en energía eléctrica que participó en la
planificación del proyecto desde la Egehid, reaccionó al artículo de Herrera
Miniño y se quejó de que Pinalito “no está siendo operada como fue diseñada”
para operar a máxima capacidad, con una producción de 50 MW, durante cuatro horas
al día y utilizando las otras 20 para recibir y acumular agua en el embalse.
Sostiene que el criterio del diseño era maximizar la
potencia en las horas picos de demanda de energía, siguiendo el mismo concepto
que las centrales de Río Blanco, Jigüey, Valdesia o Tavera. También, que “el
ingreso anual promedio en Pinalito está en alrededor de los 15 millones de
dólares” y atribuye su falta de rentabilidad al hecho de que “sus costos de
construcción se multiplicaron, y la energía no, pues el río (Tireo) no pare
agua”.
Un valle que muere de sed
Para el geólogo Osiris de León, quien participó en los
estudios de factibilidad de Pinalito, el problema básico de la obra se
relaciona con la falta de lluvias. “Es una presa para operar en cuenca alta,
bajo condiciones de un régimen pluviométrico histórico medido a 30 años. Sin
embargo, en los últimos ocho años ha tenido largos períodos de sequía”.
“La pluviometría promedio en República Dominicana –agrega–
es del orden de los 1,500 milímetros por cada metro cuadrado, pero en el año
2019 fue de apenas 700 milímetros de lluvia por metro cuadrado, la mitad de lo
normal que debe caer”.
El también asesor científico del Poder Ejecutivo en materia
de recursos hídricos plantea que, a partir de datos recabados por la Oficina
Nacional de Meteorología (Onamet) en diferentes estaciones pluviométricas de
todo el territorio nacional, “queda claro que las precipitaciones bajaron de
1,741.6 milímetros por metro cuadrado en 2018, a menos de la mitad en 2019,
cuando sólo se registraron 717.4 milímetros por metro cuadrado”.
Añade que 2019 se convirtió en un año casi tan seco como
2015, cuando las lluvias caídas en el país totalizaron apenas 953.5 milímetros
por metro cuadrado, “valores muy inferiores a la media anual de 1,489
milímetros por metro cuadrado, siendo esos dos años, junto a 2013 y 2014, los
más secos que hemos tenido en la última década”.
La Presa Pinalito tiene capacidad para almacenar 3,144,000
metros cúbicos de agua y su nivel máximo histórico llegó a 1,180.50 metros
sobre el nivel del mar, según la Egehid, cuyos técnicos recuerdan que la obra
llegó a verter después de los aguaceros del 7 y 11 de septiembre de 2019.
Pero el breve milagro de las lluvias sobrepasó las plegarias
de los sedientos agricultores del valle de Tireo. De repente, vieron inundadas
muchas de sus casas y sus parcelas por torrenciales ríos de un agua lodosa
cargada de todo tipo de desperdicios que apresuraban su marcha hacia el
estanque.
Para noviembre, cuando cesaron los grandes aguaceros que
interrumpieron la sequía de Constanza entre septiembre y octubre, los
constanceros notaron que el Gobierno cerró otra vez el acceso a la presa. Un
ciclista que penetró al área hizo circular, por las redes sociales, imágenes
dramáticas en las que se observaban algunos puntos erosionados por las lluvias.
“En la actualidad Pinalito está cerrada al público, por
problemas ocasionados por las lluvias del año pasado hubo un deslizamiento de
parte de una de las montañas, la cual provocó que se sedimentara gran parte del
lago de la presa”, dice Johnny Tactuk, un funcionario muy activo en la vida
política y social de Constanza.
“Aquí el año pasado hubo tanta agua… cayó tanta agua que en
un solo día equivalía al agua caída en un año”, dice. Descarta que el
Ministerio de Turismo se involucre en un plan de rescate de la cuenca de Tireo
para conservar los ríos que alimentan a la presa, ya que, según recuerda, se
trata de funciones de Medio Ambiente o Agricultura. “No hemos pensado en ningún
proyecto que traiga como consecuencia la limpieza del río, pero sí hemos
hablado con las asociaciones (de productores de Tireo) para que ellos (sus
integrantes) preserven su río”.
El Río Tireo arrastra potes y fundas de venenos, fungicidas
y pesticidas hasta la Presa Pinalito.
Mientras, la Egehid se enfoca en el daño sin atacar las
causas ambientales que lo originan. Asegura, a través de su oficina de libre
acceso a la información pública, que las reparaciones costarán más de RD$82.4
millones. Explica que remueve los terrenos “flojos o sueltos” de la orilla
izquierda del embalse proclives a moverse durante la época de lluvias por la
saturación de los terrenos.
También construye una red de drenajes superficiales para las
aguas pluviales, formada por 5 alcantarillas ubicadas en el camino de acceso,
principal recolector y concentrador del agua lluvia, ampliación de cunetas del
camino existente y un badén de hormigón armado.
La empresa reconoce un gran problema de sedimentación en la
obra, el cual proviene “del intenso movimiento agrícola de los terrenos
ubicados en las márgenes del Río Tireo, lo cual es preocupante no solo por la
sedimentación del embalse de la presa, sino porque el valle de Tireo está
perdiendo el extraordinario volumen de 357,000 m3/año de suelos, incluyendo
arena, tierra fértil y otros tipos de suelos residuales, pero no incluye parte
de los sedimentos en suspensión que no son atrapados por el embalse”.
Recuerda que los suelos tomaron a la naturaleza miles de
años para formarse a partir de la intemperización de las rocas madre. “Con esta
increíblemente alta tasa de erosión, en pocas décadas las lomas quedarán
peladas, desertificadas, a menos que no haya una toma de conciencia por parte
de los agricultores, para que entiendan que sus suelos son su más preciado
recurso y que deben de preservarlo para que no se les vaya río abajo y con ello
la verdadera fuente de sus riquezas materiales”, dice la Egehid.
La dependencia oficial afirma que cuando se hicieron los
estudios del proyecto se había estimado una tasa de sedimentación de 133,232
m3/año, pero en la actualidad se está teniendo un volumen 2.7 veces mayor que
el estimado. “Esto se explica en parte en que las áreas de cultivos se han
extendido de manera vertiginosa, sin medidas, ni prácticas conservacionistas de
suelos y vegetación”, sentencia.
Un pozo de agua afectado por la eutrofización
En Pinalito, la Egehid busca estabilizar la erosión de dos
cañadas con dos muros de gaviones, sembrar grama en las zonas excavadas y
construir tres canaletas colectoras de forma trapezoidal con bloques
disipadores de la energía del agua que recogerán el agua lluvia en la zona alta
de los taludes, con el objetivo de conducirla al embalse sin saturar los
terrenos.
La Egehid se queja de que “frecuentemente tiene que retirar
basura, plástico y otros desperdicios sólidos del embalse de la presa”.
El agua se ve afectada por la eutrofización, fenómeno que la
pone de color verde producto del crecimiento de microalgas y la ocurrencia de
procesos químicos que en ocasiones causan malos olores, fenómeno que tiene su
origen por el exceso de nutrientes, especialmente fósforo, nitrógeno y materia
orgánica que traen las aguas del río Tireo, dice.
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